jueves, 29 de octubre de 2009

EL DESNUDO EN LA NATURALEZA Y EN EL ARTE


En nuestra cultura occidental se considera erógeno el exponerse des-
A nudo a la vista de los otros. En la determinación de las diferentes reacciones
del impulso sexual ante el desnudo intervienen indudablemente las diver-
sensibilidades individuales, las costumbres y los hábitos. En los pueblos
en que la desnudez es natural no se observan manifestaciones particulares
de excitación erótica en los hombres ni de confusión sexual en las mujeres.

Algunas profesiones implican el trato frecuente con personas desnudas v no
por eso demuestran un mayor tono de excitación sexual. La misma situación
se obtiene en las colonias desnudistas, comunes a los dos sexos, fundadas en
Alemania, Francia, Inglaterra, Hungría y Austria. Por ejemplo en la de
Pisiópolis, próxima a París, centenares de jóvenes desnudos reman, juegan
y corren con muchachas también desnudas sin que ello suponga nada anormal.

Parece admisible que el desnudismo anula la emoción del pudor Cor-
poral, aleja las pulsiones eróticas de la curiosidad localizada en los órganos
genitales de hombre v mujer v en el seno femenino, v favorece el placer visual
de la plástica en movimiento. Respecto a los niños v jóvenes, el desnudismo
posee una extraordinaria eficacia protectora, porque les aparta de la curio­
sidad genital y de las prolongadas quimeras evocativas, educando en con-
secuencia la castidad del pensamiento.

Podemos preguntarnos hasta qué punto la vista de los órganos genitales
excita o no la sexualidad. En nuestra civilización, la vista de estos órganos
es menos excitante de lo que parece. Para el muchacho, cuya eléctividad ii
erótica es muy frágil, y su pulsión sexual parcelaria, localizada a través de
vifpi j fragmentos de percepción sexual (pechos, pelos, nalgas, vientre, etc.), el
descubrimiento de la vulva es más repulsivo que excitante. Posteriormente,
la relación sexual habitual en su madurez le ayudará a reconciliarse con la
genitalidad femenina. Naturalmente, en algunos casos hav un gran interés
por este órgano en cuanto puede evocar las caricias de los prélímíH&f€S del
acto sexual. Pero en general puede decirse que de no existir una anómala
especialización regional erógena con respecto a la vulva, no es en sí excitante.
Parece. por otra parte, que la poca visibilidad superficial del órgano genital
femenino ha contribuido a justificar la general preferencia estética por el
cuerpo femenino no genital.

Los órganos genitales masculinos no presentan ninguna belleza especial
no son excitantes por lo general, ya que parecen una regresión a los estados
primitivos de la animalidad presentándose como lo genital sin adorno. Es
órgano antiestético, de manera que pocos artistas se han atrevido a re-
gnroducirlo en estado de erección, fenómeno natural que tiene su valor,
sobre todo respecto a la mujer.

Se ha dicho que el desnudo anula el excitante misterio de los sexos, pero
tanto el hombre como la mujer no pierden su profundidad v su belleza al
quitarse la ropa. El desnudo en la antigüedad era algo socialmente acep-
tado y en los gimnasios y en los baños la desnudez era obligada. Todo hombre
digno de la antigüedad clásica debía saber leer y nadar. En las termas roma-
nas, donde los baños eran miXtos, las mujeres charlaban de sus cosas y los
hombres de sus negocios. En este aspecto, la historia presenta también un
constante movimiento pendular. Con el Cristianismo se prohíbe el desnudo
como fuente de pecado y, consecuentemente, los baños públigos. Así sigue
sucediendo durante la Edad Media. Posteriormente, el Renacimiento vuelve
al desnudo, a copiar la antigüedad clásica, y se glorifican de nuevo el baño
y el desnudo bien limpio. En el siglo Xvn, la gente se aparta de los baños
y vuelven los ropajes, ahora con una característica básica de barroco adorno:
lo sencillo no es estético en este tiempo.

Con la Revolución francesa se acentúa la falta de higiene y entonces
es de buen gusto emparentar con la suciedad; bañarse es casi una prueba
de ser reaccionario. Incluso en el siglo X1X bañarse en el mar estaba consi-
derado una grosería. Pero, a fines del pasado siglo, una ola de liberalismo
se eXtiende sobre las costumbres en general, y empiezan a poblarse las playas
con los vistosos maillots de baño. Actualmente impera la~higiene y todo el
mundo sabe la importancia de los baños de mar y del bronceamiento por
la acción solar. Estos factores han ido transformando los antiguos y púdicos
trajes de baño en los actuales, más reducidos, que permiten un máximo de
contacto con el agua y una mayor superficie dérmica para el bronceamiento.

Hoy se observa una tendencia cada vez más creciente hacia el natura-
lismo, como compensación del artificialismo con que Se vive en el mundo
automatizado y en la sociedad tecnificada de hoy. Este naturalismo consiste
en un acercamiento cada vez mayor a la naturaleza y, por lo tanto, a las
formas de vida y a los usos naturales. El turismo actual no demasiado abur-
guesado y, por ende, de espíritu libre, prefiere el "camping" al hotel y al
apartamento. Y el desnudismo cada día resulta más extendido, por lo menos
en formas parciales, ya que el integral sólo se practica en cotos cerrados.

Este acercamiento a la naturaleza transforma las relaciones interhumanas
en algo más sencillo y confiado y anula poco a poco el peso negativo de mu-
chos complejos, tabús, prejuicios y represiones insertos en las milenarias
tradiciones de la vida humana, a veces negativamente civilizada.
Ahora bien, hay mucha gente que confunde el naturalismo con el liber-
tinaje, como si la ropa fuese el talisman misterioso bajo cuyos efectos las
personas se olvidasen de sus instintos y de su sexualidad. El papel del nudismo
no es convencer a todo el mundo para que practique el desnudismo, sino
que consiste en educar a los que lo practican para que este naturalismo les
resulte cada vez mas positivo. En realidad, el nudismo, aparte de su punto
de vista práctico de higiene y liberación física, tiene un sentido simbólico
muy interesante: se considera el vestido como el símbolo de la limitación
humana a través de la artificialidad, la superprotección, la esclavitud del
confort. etc. Dejar los vestidos supone, pues, encontrarse mas cerca de uno
mismo. mas libre v más auténtico.

De todas maneras, para llegar a esto, el nudismo tiene que atravesar
una larga etapa educativa en torno a la naturaleza humana y sobre este
mismo simbolismo que le da sentido. Fuera de esta educación especial, la
desnudez es sólo un hecho neutro v, por lo tanto, expuesto a las mas variadas
interpretaciones y críticas. Sin este sentido, el desnudismo resultaría pelí-
groso. porque implicaría nuevas aberraciones. Desnudismo no quiere decir
prescindir de los vestidos de una forma radical, sino simplemente aprender
a ver la desnudez como normal y como algo conocido. Por eso, la practica
nudista sólo se realiza en ambientes apropiados y en breves lapsos de tiempo
(ñnes de semana, vacaciones veraniegas, etc.).

Finalizaremos este capítulo con algunos comentarios sobre el desnudo
en el arte. El desnudo artístico casi nunca ejerce acción erotizadora. Se
presenta de las formas mas variadas, adoptando diversas modalidades, según
la parte del cuerpo humano preferentemente representada: desnudo tora-
cico. abdominal, dorsal, glúteo-coxal, con los órganos genitales ocultos por
hojas. por las manos, por telas ligeras y flotantes, por la contigüidad o cruza-
miento de los muslos; con genitales evidentes, artificiosamente pequeños si
se trata de hombres. Los genitales femeninos raramente se representan.

También se expresa artísticamente el desnudo en diversas posiciones, acom-
pañado de otras personas desnudas del mismo sexo o no, o de otros objetos
y animales, etc.
Algunas corrientes artísticas modernas huyen deliberadamente del des-
nudo. de tal manera que, en l9l2, en el manifiesto de los cinco pintores
futuristas de Milan, se pedía que durante diez años el desnudo fuese supri—
mido totalmente de la pintura. En realidad, el desnudo artístico no es porno­
plástico porque la belleza artística sublima la sexualidad y la trasciende.
Esta universalmente aceptado el desnudo artístico, como nos demuestran
constantemente los museos y las exposiciones. Pueden ser obscenos, no por
el desnudo en sí, sino por las actitudes que presenten las obras más o menos
eróticas. Pero esto sucede escasas veces en el arte.

Al arte. naturalmente, sólo le interesa la belleza pura; por lo tanto el
A cuerpo humano, con su belleza plástica, cae dentro de los objetivos del arte.

El desnudo artístico ya no es simplemente un desnudo, sino que posee sobre
sí un arte que lo vela de a‘l‘guna manera (la estilización, por ejemplo). El
artista pinta o esculpe desnudos pero su misma actividad artística los trans-
forma en algo muy alejado de lo que en sí es el desnudo. Se podría decir
que se trata de unos desnudos revestidos por el arte. Por ello, en muchos
desnudos artísticos no aparecen los genitales, porque no interesan estética-
mente. La estética del desnudo esta, antes que nada, en el esquema corporal,
en la belleza casi geométrica del cuerpo, belleza que podría transcribirse
en curwas y otras líneas. Esa es la razón de que el desnudo artístico no excite
la sexualidad. no erotice, porque prescinde de ella o la trasciende.

CINE Y SEXUALIDAD

El cine supera a todos los medios de difusión erótica por varias razo-
nes: la cantidad de espectadores, el mecanismo onírico de la oscuridad,
la música ambiental o de fondo, la casi completa abolición del esfuerzo
de la mente ante unas imágenes previamente calculadas para su mejor cap-
tación. Por otra parte, el cine está en manos de los comerciantes (produc-
tores), que persiguen una sola cosa: conseguir una clientela fija. Entonces
cabe preguntarse ante qué reacciona con más Seguridad esta clientela fija,
sacada de la anodina masa de los espectadores. Pronto se ve que lo más
eficaz es despertar o estimular la pulsión sexual, o cuando menos las viven-
cias eróticas. Naturalmente, al productor no le interesan las preferencias
de minorías intelectuales; busca, simplemente, el espectáculo de masas. Por
lo tanto, lo erótico y lo seXual están en el trasfondo del cine.

Las grandes "vedettes" tienen todas ellas una definición publicitaria de
indudable eficacia. Así, por ejemplo, Marilyn Monroe era "el seno"; Lauren
Bacall, "la mirada";_Ïayne Mansfield, "la curva"; Brigitte Bardot, "el seXo",
etcétera. Los tipos también tienen su clasificación. Así nos encontramos
con mujeres ligeramente andróginas, como Audrey Hepburn y Leslie Caron;
de enorme vitalidad, como Gina Lollobrigida; de formas opulentas, como
Soña Loren; juveniles, como Natalie Wood; infantiles, como Hayley Mills;
exóticas, como Nancy Kwan, etc. Con los tipos masculinos pasa lo mismo:
los hay algo afeminados (Rodolfo Valentino), muy viriles (Kirk Douglas,
Yul Brinner), tipos duros (Gary Cooper, Burt Lancaster), etc.

El público―espectador se identifica rápidamente con las "vedettes" y
encuentra en ellas o en ellos la imagen que querría tener de sí. El fenómeno
de masa que es el espectáculo multitudinario ayuda a este fenómeno de iden-
tificación al disminuir la situación de originalidad personal. y sus posibili-
dades de contraposición. Para potenciar la identificación se requiere que
la "vedette" auténtica presente al máximo un abierto exhibicionismo nar-
cisista. También actúa el cine como un mecanismo fetichista prefabricado,
llamado "star system", que es la identificación del público con el modo
de actuar de los ídolos cinematográficos, incluso en los más mínimos detalles:
fumar de tal manera, beber de tal otra, consumir tal bebida., vestir de tal
forma, etc. El espectador identifica los símbolos cinematográficos a través
de pequeñas formas de conducta, insignificantes en apariencia, que van
desde una mímica especial hasta la forma de besar.

Muchas veces el actor o actriz cinematográficos encarnan un arquetipo
que se identifica como patrón de conducta de una cierta fase vital. Así, por
ejemplo, James Dean ha sido, sin duda, el arquetipo de un mundo revolu-
cionario y heroico: el mundo de la adolescencia rebelde. Brigitte Bardot
ha sido el arquetipo de la liberación erótica, Marilyn Monroe de la mujer
como seXo­objeto (seX―appeal), etc. También han servido los astros de cine
R para desencadenar histerismos colectivos de masas adolescentes v en mul-
titudes despersonalizadas, como por ejemplo en Estados Unidos ocurrió con
Elvis Presley, uno de los primeros estímulos y héroes del mundo de las fans
(Elvis the Pelvis) y de los fans (Elvis: the coxis). La actriz publicitaria se basa
en los mismos mecanismos: todo lo que haga la actriz lo hará su público.
Por lo tanto, si tal actor o actriz usan tal o cual jabón lo usarán sus espec-
tadores.

La técnica que utiliza el cine para "domar" a sus espectadores es pura-
mente reflexológica. Se trata de edificar reflejos condicionados. Hay que
gratificar al espectador que esta tres horas ante la pantalla v ha pagado
su butaca. Para ello de vez en cuando, fugazmente muchas veces, con una
percepción que casi es subconsciente, se dejan entrever un seno, unos muslos,
unas nalgas. Así Se va montando poco a poco un ligamen instintivo-sensorial
que es el aprendizaje del espectador cinematográfico asiduo. Se ha con-
dicionado técnicamente, mediante el reclamo del seXo por el seXo, la fideli―
dad v asiduidad de una masa de espectadores. Para ello se fabricó el Super-
tipo B.B. que pasó a ser desde "Esta sagrada pilluela" v "Manina, la chica
sin velos" hasta "Y Dios creó la mujer" o "Muñeca de carne", una verdadera
obsesión seXual o, como decía su eX-marido Roger Vadim, "la mujer deseada
por todos los maridos". B.B., que Se ha estudiado como fenómeno social de
nuestra época, es para el cine un maniquí publicitario con dos resortes para
p mover a masas: el sexo y la juventud.

El seX-appeal del mundo del celuloide no radica sólo en las actrices ni
en el desnudo femenino; entra también en él el desnudo masculino para
un público femenino. Así ha sido en toda la historia del cine, desde Rodolfo
Valentino en "El Hijo del Caíd" hasta James Dean en "Gigante".

La censura reprime v corta muchas veces algunas manifestaciones que
juzga demasiado crudas o realistas, sobre todo en el terreno de lo erótico;
pero entonces el beso reemplaza lo que la censura prohíbe mostrar v el beso
se va transforma.ndo en alusión. Las alusiones, que son la defensa del cine
contra la censura, llenan actualmente las pantallas. Se realizan técnica-
mente, lo mismo que acontece con los sueños: Surgen los símbolos para
burlar la censura de los mecanismos del super­yo, de la norma moral, de la
represión social.

La pantalla crea símbolos y alusiones cuya repetición es la clave que
el público utiliza casi inconscientemente para interpretar lo que pasaría si
la censura no fuese tan rígida. Entonces los símbolos cumplen la misma fina-
lidad erógena que los maillots de baño: insinúan v dejan entrever. El cine
presenta alusiones a toda clase de anomalías seXuales. Así, por ejemplo,
aparecen alusiones a la felación a través de dedos en la boca, flautas junto
a los labios, al cunilinguo ("La espera de las mujeres" de lngmar Bergman,
"Los amantes" de Louis Malle, "La dolce vita" de Fellini, etc.). Se recurre
a formas larvadas de sadismo mediante escenas de violencia del hombre
sobre la mujer o viceversa ("La Noche" de Antonioni); a formas de maso-
quismo como el darse una dama al acto sexual sobre la cama de una pros-
tituta como acontece en "La dolce vita". Abundan las manifestaciones feti-
chistas de pies ("Los amantes" de l\/[alle) v de trenzas o cabello ("El Hakim").
Un film básicamente sádico fue "La Historia de G".

También aparecen múltiples escenas de baño y ducha en gran cantidad
de películas con el consiguiente desnudamiento de la "vedette". Las orgías
y los pluralismos sexuales aparecen en películas como "Las noches de Lu-
crecia Borgia" o en "Débiles mujeres". Los films etnológicos, que pretenden
ser documentales sobre la vida de pueblos primitivos, también dejan entrever
de paso una abierta sexualidad en sus imágenes ("Paraísos terrestres" y
"Aloa, canto de las islas"). Escenas de homosexualidad femenina aparecen
en películas como "Y morir de placer" de Vadim, "L’aventura" de Antonioni,
"Liane" y "Calor de verano". También hay películas que dan preferencia
al desnudo y se proclaman películas naturistas: "_]uventud desenfrenada",
"La marcha hacia el Sol" y "l() días con los desnudistas".
La importancia de las conexiones entre cine y sexualidad es tan obvia
que dio origen a un congreso en Venecia sobre el tema "Cine y sexo" (1961).

Las películas prototípicas respecto a una presentación masiva de lo Sexual
como problema radical son pocas v entre ellas cabe citar "Baby Doll" ("La
muñeca de carne"), "La dolce vita", "Durante el pasado verano" (autén-
tico compendio de erotología cinematográfica), "Los amantes", "La laguna
de los deseos", etc.

Ahora bien, las películas de predominante temática sexual pueden pre-
sentarse también de una forma profunda, como ocurre en el film sueco "_]uegos
de Noche", en el que aparece un niño de ll años presenciando un parto de
su madre, mientras que, en otras escenas, este mismo niño es casi seducido
por su propia madre y por una de las criadas de su casa. Una escena de extra-
ordinaria crudeza es aquella en que el niño está bajo las faldas de su madre
intentando acariciar su sexo. También puede presentarse este tipo de pelí-
culas de una forma puramente pornoscópica, como en una película japonesa
en la que únicamente aparece una serie interminable de nalgas de todos
los aspectos y dimensiones, v pertenecientes a diversas personas de cualquier
edad y de ambos sexos. Generalmente la película dedica dos minutos de
proyección a cada ejemplar.

Con lo expuesto creemos que el lector podrá haber tomado conciencia
de las íntimas conexiones entre el cine y la sexualidad, a la par que poseerá
otro dato de interés para su veredicto sobre la sexualidad actual.

LITERATURA Y SEXUALIDAD - Parte II

También ha tenido mucha importancia en la literatura erótica actual
el "Ulises", de James Joyce, uno de los primeros ejemplos del fetichismo
en la literatura. Aparte de esto, "U1ises" es también un compendio de ano-
malías sexuales.

A principios de siglo empezaron a difundirse las obras de Pierre Louys,
nacido en 1870 en París y muerto en 1925. Sus temas, tratados con una epi-
cúrea ñnura, estaban siempre referidos a la antigüedad clásica, excepto
algunos de costumbrismo español ("La Mujer y el Pelele") y a veces fábulas
grotescas ("Aventuras del Rey Pausolo"). Pero las obras más conocidas de
Pierre Louys son "Afrodita" y "Las canciones de Bilitis". Su literatura im-
plicaba, por su referencia a la vida griega clásica, un acusado erotismo paga-
nizante que hizo famosas estas obras del autor francés.

En 1907 nació en Roma Alberto lyloravia (su apellido verdadero es Pin-
cherle), considerado actualmente como uno de los escritores europeos de
primera fila. Este autor publicó una novela, "La romana", que esta narrada
en primera/ persona, en la que una prostituta relata todas sus aventuras
y desventuras. Sobre esta misma temática, aunque montada de forma dife-
rente, se constituyó la novela de Gerard Avelane "En el umbral del reino".

Sobre temas eróticos de la antigüedad clásica griega se han estructu-
rado diversas novelas actuales muy difundidas. Entre ellas sobresale "Safo",
de Alexander Kirslov, que cuenta en forma novelada la biografía y los amo-
res de Safo de Lesbos.

La homosexualidad masculina tiene actualmente una gran importancia
en el fondo cultural de Ôccidente y no podía faltar como tema literario.
Son muy conocidas dos obras sobre este tema: una de 1\/Iaxence van der
Meersch, "La máscara de carne", y otra de Stefan Zweig, "Sendas equí-
vocaS".

Incluso el problema de las "amistades particulares", es decir, de las amis-
tades que se establecen en los internados en plena edad afectivamente indi-
ferenciada, cuando las fronteras entre amor v amistad son muy tenues
anda liberada una gran dosis de erotismo, ha tenido eco en la expresión literaria
a través de Roger Pevrelitte quien, bajo ese mismo título de "Las Amis-
tades Part1culares", presenta el problema que supone el mutuo enamo―
ramiento de dos colegiales de l2 y l4 años en un internado regido por reli-
giosos. La obra describe la situación con una gran profundidad y con una
especial captación de los mínimos detalles psicológicos de los protagonistas.

Finalmente odemos citar la obra de Erskine Caldwell norteameri―
cano que renueva el realismo erotico de las obras de Balzac y que se vio
enredado en un proceso debido a su novela mas difundida, "La Chacrita
de DioS", que ha sido traducida a 2l idiomas, publicada en 26 países, v de
la que se han vendido en Estados Unidos más de 9 millones de ejemplares.

Esta obra narra la vida de una familia que vive en un ambiente deshuma-
nizado y que no presenta trabas a ningún apetito, surgiendo, por lo tanto,
violencias, bajezas, escenas de gran crudeza erótica v un Sin fin de contra-
tiempos que explican los más diversos comportamientos.

Creemos que con esta visión panorámica de la prosa literaria sobre lo
sexual hay ya bastante para justificar el epígrafe de este apartado. De todas
maneras puede ser un adecuado complemento citar lo que en el campo
de lo poético se ha producido en torno a la temática Sexual. Los poetas han
forjado siempre los cantos amorosos de la raza y, al hacerlo así, han trazado
senderos naturales y obligados para la evolución sexual. El joven que al vol-
ver a su casa después de ver a la novia va tarareando por el camino una
canción o una estrofa de matiz amoroso o erótico, no hace más que adaptar
una antigua fórmula poética para expresar un sentimiento que en el todavía
es caótico.

Pero la poesía —-y entendemos por tal no sólo los versos, sino también
la prosa de forma y espíritu poetico—·- Se ha ocupado muchas veces de ano-
malías sexuales y las ha hecho mas aceptables al darles un valor estético.

Así, por ejemplo, desde la lírica de Safo cantando la homosexualidad feme-
nina v los "Dialogos" de Platón enalteciendo la homosexualidad masculina,
hasta la obra de Wilde defendiendo esteticamente la homosexualidad, pa-
sando por los sonetos homosexuales de Shakespeare, tenemos toda una línea
histórico-poética dedicada a socializar el hecho de la homosexualidad lo-
grando actualmente en algunos países este propósito o por lo menos dando
al problema de la homosexualidad un giro más humano.

Respecto a la sexualidad, varios poetas actuales han pretendido colocarla
en un plano libre, lejos de las enormes represiones que ha sufrido hasta nues-
tros días. De estos poetas podemos citar a Edna St. Vincent Millay, Arturo
Davison Ficke, Donald Evans, Robinson jeffers v, sobre todo, a Walt Whit-
man. Este poeta es la ñgura capital de la lírica norteamericana y ha ejercido
enorme influjo en la evolución de la poesía universal. Wlhitman quiso liberar
a la sexualidad. y, en general, a todo lo que hay de mas vivo en el hombre,
de las represiones e hipócritas gazmoñerías de las sociedades puritanas y
superconvencionalistas, en realidad podridas por dentro y obsesionadas por
el sexo. La obra cumbre de este autor es "Canto a mí mismo", parte de su
único libro "Hojas de Hierba", que fue creciendo en extensión desde su
primera edición en 1855 hasta la última, publicada a principios de siglo.

Como Baudelaire, es poeta de una sola obra. En el "Canto a mí mismo"
están contenidos su doctrina y su mensaje. Es significativo este fragmento:
"En todas las edades el mundo ha dispuesto sobre lo bueno v lo malo.
Pero yo que conozco la correspondencia exacta
v la imparcialidad absoluta de las cosas,
no discuto;
me callo
y me voy a bañar al río para admirar mi cuerpo.

Hermoso es cada uno de mis órganos y de mis atributos,
y los de otro hombre cualquiera sano y limpio.
No hay en mi cuerpo ni una pulgada vil;
nobles son todos los átomos de mi ser
y ninguno me es más Conocido que los otros.
...........
La cópula tiene el mismo rango que la muerte."

Desde entonces, casi todos los poetas actuales han dedicado a lo erótico
arte de su obra literaria. La literatura desde siem re ha venido resentando
a la conciencia cultural de las entes la humana roblematica de la seXual1―
dad, normal o patológica, y muchas veces ha servido como estímulo y 3Cl- '
cate a la misma ciencia: la intuición se ha anticipado a la reflexión.

miércoles, 28 de octubre de 2009

LITERATURA Y SEXUALIDAD

Bajo este epígrafe consideraremos toda una Serie de manifestaciones de
la literatura actual cuyo objeto es presentar a la conciencia cultural los más
candentes problemas que surgen de la sexualidad tanto en la esfera de lo
normal como en la de lo patológico. La sexualidad no sólo es tema de estudio
científico y de investigación, sino que también es susceptible de una expre-
sión estética en la que Se ocupan las letras y las artes desde los mas remotos
tiempos y, de una forma mas acusada, en nuestros días. La literatura, tanto
en el campo de la prosa como en el de la poesía, ha dedicado especial aten-
ción a esta temática tan vital.

Naturalmente, cada época tiene su signo literario respecto a la temática
sexual. Así, en la antigüedad oriental, en plena cultura indoeuropea y dentro
de la más pura religiosidad hindú, surgieron el Kama-Sutra y el Ananga-Ranga.
manifestaciones literarias a la par que morales donde el sexo era objeto
de enseñanza mediante reglas adecuadas para su manifestación en la con-
ducta humana. El signo literario de estos libros era esencialmente normativo.

Las normas surgían de unos incisos literarios. El mundo cultural arabe
siguió cultivando este procedimiento didáctico-normativo en libros como
"El jardín perfumado" v "Las mil y una noches".

La cultura clásica, por su parte, presenta una literatura erótica que
oscila entre lo didáctico-normativo y lo satírico, y produce obras como
"Lisistrata" de Aristófanes (plena expresión dramatúrgica), el "Arte de
amar" de Ovidio, "El asno de oro" de Apuleyo y el más significativo, el
"Satiricón" de Petronio, el célebre "arbitro de las elegancias" de la corte
imperial de Nerón. Al mismo tiempo aparecían temas eróticos en la poesía
romana de Tibulo, Persio y Juvenal, cultivadores de los géneros elegíaco y
satírico con un alto nivel de maestría.

El Medioevo también tiene sus manifestaciones erótico-literarias a pesar
de ser una época de enorme represión de lo sexual. Con el nacimiento de
la burguesía, aparecen obras como el "Decamerón" de Boccaccio, el "Libro
del Buen Amor" del Arcipreste de Hita, el "Corbacho" del Arcipreste de
Talavera v, ya en los principios del Renacimiento, "LoS Coloquios de Damas"
Renacimiento, "Gargantúa y Pantagruel" de Rabelais.

El tema sexual se introdujo en la novela como subsidiario del tema de t
guerra o de aventura. Las mujeres eran el botín del vencedor v el premio É
de la victoria. "Sólo el valiente merece la bella". Pero de los libros de caba-
llería v de las sublimaciones eróticas de la poesía provenzal se pasó a un plano
menos heroico, más realista, y nació la novela picaresca. La diferenciación
Social que implicaba la evolución de las sociedades y de Sus culturas trajo
consigo tres modos diversos de tratar literariamente las cuestiones Sexuales:
la realista, la idealista y la analítica, cada una de ellas característica de cada
una de tres clases sociales ya muy definidas y aún hoy vigentes.

La fórmula realista fue adoptada principalmente por la pequeña bur—
guesía, siendo su ficción típica la novela picaresca, en la que se sustituye
al caballero por el pícaro. Ejemplo de ella en su aspecto erótico son algunas
piezas de la novela picaresca espanola: "La p1cara _jL1S[1H2l”, "La lozana
andaluza", "La hija de la Celestina", "La niña de los embustes", "El ba-
chiller de Salamanca", etc. (En las obras maestras de este género, "El lazari-
llo de Tormes" y "Guzman de Alfarache", por ejemplo, el elemento erótico
apenas aparece.) Citemos además otras novelas como "Moll FlanderS" y
"RoXana" (de Defoe), "Tom _]ones" (de Fielding), etc.

La fórmula idealista era la predilecta de la aristocracia, y sus tipos de
ficción constituyen un renacimiento de la novela de caballería y de la novela
pastoril. La alta clase media y el mundo de los profesionales más cultos,
tuvo su propia novela erótica, de índole analítica, en la que hechos, pasio-
nes, sentimientos y desórdenes eran minuciosamente desmenuzados y some-
tidos a una profusa descripción. Autores de este género fueron Richardson
("Pamela"), Fielding ("Shamela"), y otros.

También la temática sexual pasó a la literatura en épocas de gran con-
vulsión cultural, como aconteció en tiempos del Enciclopedismo y del racio-
nalismo subsecuente, Cuando los tabús sobre la Sexualidad empezaban a
romperse en Europa. Recordemos "La Religiosa" de Diderot y diversas
obras de Rousseau, etc. Con el tiempo se condensó en torno a la sexualidad
un elemento de fascinación romántica, que dio paso posteriormente a una
exposición más realista. Surgieron así las adecuadas expresiones literarias,
que van desde las "Memorias de Casanova", a la obra poética de Baudelaire
y Verlaine, pasando por Goethe ("Werther"), Laclos ("Las amistades peli-
grosas"), Flaubert ("Madame Bovary"), Stendhal ("Tratado del Amor"),
Balzac ("Cuentos picareScos"), Zola ("Mana"), etc. Mención especial mere-
cen los escritos del Marqués de Sade (1740―1814) y de Sacher-Masoch (l836-
1895) que dieron nombre respectivamente a dos de las perversiones sexuales
más extremas: el Sadismo y el masoquismo.

Sin embargo, nunca como en nuestro siglo se han trasladado los temas
sexuales a la expresión literaria de una forma tan cruda y precisa, procurando
liberar la conciencia cultural de unos tabús residuales que son en sí absolu-
tamente negativos. La sexualidad se ha afrontado hasta en sus perspectivas
más patológicas. Incluso cabe resaltar que la literatura ——básicamente intui-
tiva— ha avanzado y ha sido en cierto modo precursora de la ciencia — en
sí actitud reflexiva—. Aparte de ello, muchos autores de este género lite-
rario presentaban en su propia persona graves problemas sexuales (como
en su tiempo los presentaron Sade y Masoch). Sólo Citaremos ahora los autores
y las obras de mayor importancia literaria.

André Gide jamás ocultó su homosexualidad y escribió cuatro diálogos
entre un narrador sexualmente normal y su amigo homosexual, en los que
intentó una justificación filosófica de la homosexualidad. En ello consiste
la que para Gide fue su mejor obra, "Corydón".

D.H. Lawrence, incluido justamente entre los mejores escritores ingleses
de este siglo, dedicó su obra a remover todo lo que de podrido había en s
país, oprimido por tradiciones deshumanizadoras. Su obra más importarite,
"El amante de Lady Chaterley", trata de los amores de una dama inglesa
con el guardabosques de su esposo, Sir Cliflîõrd, que a causa de las heridas
recibidas en la primera guerra mundial está paralítico y reducido a la im-
potencia. Las escenas eróticas entre los amantes están descritas con riguroso
detallismo, por lo que esta obra fue prohibida en lnglaterra hasta hace muy
poco tiempo. También publicó una segunda obra sobre tema sexual: "Mu­-
jeres enamoradas".


A1 lado de Lawrence puede situarse a Henry Miller, aunque ante la Crí-
tica literaria su Obra es discutidísima, porque se considera que esta com-
puesta de un 75 0/0 de prosa seria, profunda y viva, y de un 25 % de desver―
gonzada pornografía. Hasta la publicación de los dos "Trópicos" en los
Estados Unidos, Miller hubo de vivir a costa de los turistas ingleses y norte-
americanos que iban a París a comprar "libros indecentes". Parece que su
primer libro, "Trópico de Cáncer", fue escrito pensando en ese posible
mercado, y que 1\1iller decidió después verter algo de su prosa seria en un
libro destinado a tener una difusión muy amplia. Miller no escribe sobre el
sexo porque se halle obseso por él. Buena parte de su obra da la impresión
de que se ríe de sí mismo y del lector cuando relata alguna descabellada
aventura erótica. Los libros más importantes de Miller son: "Trópico de
Cancer", "Trópico de Capricornio" y "La Crucifixión Rosada". Este último
es una trilogía compuesta por "P1eXus", "Nexus" y "Sexus". Según el propio
Miller, esta obra es su realización maestra. Todos sus libros son autobiográ-
íicos y en su mayor parte están dedicados a referir las hazañas sexuales del
propio Miller. Este autor, como Lawrence, es siempre un hombre vital, y
en ocasiones la vitalidad y la intensidad del pensamiento se entremezclan
de modo tan íntimo que el lector se siente dominado por una sensación de
grandeza.

j A principios de siglo alcanzó enorme fama la obra de Artsybashev, eScri­
tor ruso que murió en 1927. Su primera publicación fue "Sanin", relato
cuyo héroe predica que hay que gozar de la vida libremente, sin amarguras
ni complicaciones. Así, despreocupadamente, seduce a la novia de su mejor
amigo, éste se suicida y, cuando a Sanin le piden que pronuncie algunas
palabras sobre la tumba, hace un solo comentario: un tonto de menos en
el mundo. Hay en esta obra un extraño tema de incesto y es evidente que,
si el censor se lo hubiese permitido, Artsybashev lo habría desarrollado a
placer, describiendo las relaciones amorosas entre Sanin y su hermana.

Después publicó "El Mi1lonario" y, finalmente, "E1 punto de ruptura", obra
cuyo mensaje parece ser: "Todos quieren sexo: es la única realidad en que
se basa la existencia humana". El protagonista de la novela es un don Juan
que afirma que la delicia del sexo estriba en su conquista y que el matrimo-
nio, por lo general, es un acto de cobardía.

Una de las obras actuales más significativas en este sentido es "Lo1ita",
de Vladimir Nabokov, un ruso educado en Cambridge que ha residido en
Alemania y Francia y, desde 1940, en los Estados Unidos. Su novela pre-
senta las relaciones sexuales entre un adulto y una menor. Lo que se quiere
expresar con ello es la pasión del hombre moderno por lo inasequible. El
protagonista, Hurnbert, encierra en sí mismo varias anomalías sexuales:
"voyeurismo”, autoerotismo y necrofilia (quería narcotizar a la niña para
utilizarla sin violación como objeto sexual). Intencionadamente o no, Na-
bokov ha creado en "Lo1ita" un símbolo poderoso de la problemática mo-
derna en torno a la sexualidad. La novela basada solamente en un adulterio
ya no produciría efecto argumental y más si consideramos toda una Serie
de obras decimonónicas que introdujeron culturalmente la temática de di-
versas anomalías sexuales: "Yama" (acerca de un centro de prostitución),
de Kuprin; "A la recherche du temps perdu", de Proust; "El Pozo de la
Soledad", de Radclyffe Hall (sobre la homosexualidad femenina); etc.

Por lo tanto, hoy en día no se puede crear una pieza literaria sobre lo erótico
capaz de despertar el interés si no se adentra en una temática desusada.
Esta parece ser la intención de la obra de Nabokov.

Una obra de Henri Barbusse, "El Infierno", presenta el curioso tema
del "voyeur" o individuo que se siente sexualmente estimulado mediante
la contemplación de actos sexuales de otras personas o de la simple exhibi-
ción de su Sexo. El protagonista de la obra de Barbusse contempla, desde
su habitación de un hotel, lo que pasa en la estancia vecina a través de una
grieta del tabique. En realidad, lo que busca es vencer la soledad funda-
mental de los seres humanos penetrando en otras vidas y viviéndolas en
su pensamiento.

El costumbrismo Sexual en África - Parte II

Entre las tribus "nandis", todas las niñas, a partir de los 8 años de edad,
son consideradas como objeto de posesión común. Cualquiera puede coha-
bitar con ellas, sea muchacho u hombre adulto. En tanto que las niñas pe-
queñas, menores de 8 años, sólo tienen sus contactos con niños de su misma
edad, a partir de los 12 años son propiedad casi exclusiva de los guerreros
solteros. Sólo después de la edad de la circuncisión cambian las cosas; a partir
de ese momento ya no pueden ser consideradas como objeto de posesión
común.

En Uganda, los niños de la tribu de los Bnioli baten palmas para marcar
el ritmo cuando pasan niñas o mujeres y les cantan coplas como ésta:
niapala niapala pehumunie
moyo humunie omnie heshilingi
(Mi corazón anhela una vagina
Trae la vagina y el chelín).
A pesar de las posibilidades que se ofrecen para satisfacer las primeras
pulsiones instintivas, se encuentran aún en muchas tribus diversas prácti-
cas masturbatorias. Estas aparecen de un modo especial en la infancia.

No obstante, desaparecen muchO antes que en nuestros países, porque el
joven tribal Se entrega muchO antes a la actividad sexual normal. Los mu-
chachos negros del Africa Oriental, para masturbarse, se friccionan el glande
con el jugo lechoso de una planta eufOrbiácea que en lengua kisvaheli llaman
"veptirinquet". En tales manipulaciones no siempre actúan solos sino que
puede darse el casO de que Se reúnan variOs muchachOS para masturbarse
en compañía. La masturbación en las muchachas se prolonga mas tiempo,
sobre todo en las tribus hotontote y Sudanesas, en las que las madres
inducen a las niñas pequeñas a que adquieran el hábitO de estirarse la vulva
el clÍtOris para cOnSeguir aquel paulatinO y cOnsiderable alargamientO
de los órganos sexuales ue al final se cOnvierte en el "delantal hotentote"
tan citado por los etnólogos y exploradores.

Los basutos permiten relaciones sexuales entre sus jóvenes con tal de
que no lleguen al embarazo, pues entonces el joven tendría que pagar unas
cabezas de ganado. A las relaciones SeXuales entre solteros las denominan
“Xo raloka", es decir, "jugar", mientras que para la relación Sexual con
mujeres casadas tienen expresiones más duras, como por ejemplo "Seo tsoa"
que equivale a "fornicar."

En Nigeria del Norte se practica la "tSaranchi", o amistad juvenil, que
une tan estrechamente y para toda 1ă vida a los muchachos y muchachas
que se criaron juntos, que en cualquier momento puede el hombre tener
acceso a su amiga y llegar a la relación sexual. Lo mismo podría decirse
de instituciones malgaches como el "volambite" (matrimonio de prueba
y el "saodranto" o divorcio temporal, durante el cual el marido debe aban-
donar la casa por cierto tiempo.

Para la disolución del matrimonio son competentes, en primer lugar,
ambas familias, así como también el consejo de aldea y, finalmente, el jefe
de la tribu. Las negociaciones, en la mayoría de los casos, giran alrededor
de la devolución del precio de la novia y de la cuestión relativa al cónyuge
con quien han de quedarse los hijos, en lo cual la cuestión de la culpa tam-
bien desempeña su papel, aunque no de tanta importancia como en Europa.
Actualmente, sólo los niños pequeños se quedan con la madre, mientras que
los mayores se van con el padre.

Otro proceso costumbrista clásico de Africa, incluso en nuestros días,
es la poligamia, a la cual ha contribuido el eXceso de mujeres, probablemente
debido a la mayor mortalidad infantil masculina (el sexo femenino es bio-
lógicamente menos frágil). Entre los Ki­kuyus eXiste la costumbre de que
las muchachas se ofrezcan a un hombre en calidad de segunda o tercera
mujer para no quedarse solteras. En tal caso, el hombre no la puede recha-
zar, pero tampoco necesita pagar nada por ella. La poligamia tiene una
interesante consecuencia psicológica para la mujer africana. La maternidad
constituye el hecho central de su vida, de suerte que se siente más íntimamente
igada a los hijos que al marido. La mujer negra no es la mujer de su marido,
sino más bien la madre de sus hijos.

Entre los pueblos negros la prostitución presenta un carácter distinto.
Estos pueblos casi siempre han conocido la prostitución como consecuen-
cia de su contacto con los blancos, aunque luego se adaptaron rápidamente
a ella. Las prostitutas negras son fáciles de reconocer por su vestido, ya que,
contrariamente a la negra normal, suelen vestir de un modo muy llama-
tivo y lujoso. Hasta hoy los dialectos africanos no poseían vocablo alguno
para designar a la prostituta. Generalmente la llaman "mlaya", palabra
lăisvahcli que designa a la muchacha que se entrega a cualquiera, pero que
no implica la idea de una actividad de carácter lucrativo. En Africa, las
prostitutas tienen cierto prestigio: son mujeres que ganan dinero. Se trata
de un pueblo con actitudes materialistas. Además, hay diversas costum-
bres africanas que, en un mundo que tantas transformaciones ha sufrido,
fomentan la prostitución. Entre estas costumbres podemos citar las siguientes:
la gran predisposición de la negra a entregarse, la costumbre abusiva del
precio de la novia y las normas sobre el divorcio.

También existe en el mundo negro la homosexualidad, pero la variedad
costumbrista que apuntábamos al principio de este apartado hace que lo
que es bien visto y aceptado en un núcleo tribal sea rechazado en otros.
Así, por ejemplo, los kerakis mirarían como anormal al hombre que, en el
período anterior al matrimonio, se retrajese de las relaciones homosexuales.

Entre los siwas del Norte de África la homosexualidad ha alcanzado una 1
elevada proporción: allí, todos los hombres y jóvenes practican la relación
anal. Los hombres que no se entregan a estas prácticas son considerados
como anormales. Se prestan los hijos unos a otros v se discuten las aventuras
eróticas homosexuales con la misma franqueza que las relaciones con las à
mujeres. En los ritos de iniciación del pueblo keraki cada muchacho es ini—
ciado por los hombres adultos en el procedimiento del coito anal. Después
de haber representado el papel pasivo durante un año, pasa el resto de su
período de soltería cohabítando analmente con los nuevos iniciados. Los
kiwais tienen costumbres muy parecidas.

Finalmente hay en África algunas sociedades secretas cuya finalidad es
casi exclusivamente sexual. Por ejemplo, Gatti cuenta que en la aldea bantú
de Moholăo, en el Congo antes belga, entró en contacto con la población
de este lugar, que contaba exactamente 218 habitantes, de ellos 61 hombres,
113 mujeres y 44 niños. Había un considerable número de gente soltera:
19 hombres y 35 mujeres.,También observó Gatti que, casi la mitad de las
mujeres y aproximadamente un hombre de cada 10, estaban idiotizados O j
padecían una grave enfermedad que a simple vista no se notaba, pero que
suscitaba la impresión externa de imbecilidad.

Al parecer la aldea había sufrido los efectos de una grave enfermedad
intecciosa o se hallaba aquejada de bocio, pero, de un modo extraño, todos
los enfermos, Sin excepción, parecían estar bien alimentados v cuidados,
cosa extraña en las costumbres de la aldea, según las cuales se descuidaba
completamente a los enfermos incurables. Gatti investigó este conjunto de
hechos algo raros y descubrió que los habitantes sanos de aquella comuni—
dad eran adeptos de una sociedad secreta que raptaba y traía a dicha aldea
a jóvenes v adultos de otros poblados. Los hechiceros de la sociedad secreta
ponían entonces a las víctimas en un estado de hipnosis permanente que
sólo les dejaba aptitud para realizar las actividades sexuales. Los otros habi-
tantes de la aldea tenían la obligación de cuidar a estas criaturas sexuales
ir de mantenerlas dispuestas para uso de los miembros de la sociedad secreta.

Éstos se reunían periódicamente y se servían de las víctimas para su propia
satisfacción sexual, hasta que su estado de imbecilidad iba acentuándose
rnas y mas y finalmente, les conducía a la muerte, que a veces era acelerada
de forma violenta. El dato más curioso es el de que los principales miembros
de la sociedad secreta se reclutaban casi exclusivamente entre los llamados
africanos civilizados.

Creemos que esta exposición costumbrista de la sexualidad habrá sido
suficiente para dar una idea panorámica del estado actual de las más diver-
sas normas acerca de lo sexual. Ahora dejamos al lector la tarea de enjuiciar
estas normas y estos hechos v de dar su veredicto definitivo.

El costumbrismo Sexual en África

Los principales pueblos del África actual son el árabe y los diversos grupos
étnicos del África negra. El costumbrismo sexual del pueblo árabe está
reglamentado por la doctrina coránica de forma detallada. La palabra
"achouma" es el límite de todo lo que se puede o no se puede hacer en ma-
teria sexual.

La mujer árabe, que no tiene ningún inconveniente en desnudarse y
bañarse junto con docenas de personas de su mismo sexo, aunque sean ex-
trañas y desconocidas, se acuesta junto a su marido completamente vestida.

Y el marido no puede mirar si, ocasionalmente, durante la noche, queda
descubierta alguna ·parte más o menos íntima del cuerpo de su mujer. Es
"achouma"; esto es, prohibido por el Corán. Naturalmente, en la prosti-
tución árabe no hay "achoumas" y posiblemente sea esta la razón de que
las prostitutas acaparen prácticamente la vida sexual del pueblo árabe. Las
esposas sólo sirven como medio de cumplir la ley islámica y como ayuda
en el trabajo familiar. Ahora bien, donde hay una cuidadosa observancia
musulmana también hay poca prostitución. Generalmente la prostitución
está en las grandes ciudades del pueblo árabe, donde los contactos con euro-
peos han sido más intensos y frecuentes.

En El Cairo hay una mercantilización turística del costumbrismo se-
xual; pero se trata de algo periférico, de algo que no supone una actividad
de un pueblo, sino un modo de explotación turística. En ciertos estableci-
mientos y icasas especializadas, mediante el pago de elevados precios, se
pueden contemplar prácticas homosexuales, heterosexuales e incluso acti-
vidades genitales entre una mujer y un animal, que generalmente es el asno.

Hasta hace poco, en muchas zonas de la geografía árabe, la homosexua-
lidad, sobre todo la masculina, tenía un carácter casi sagrado, como lo tienen
los "chamanes asiáticos". El homosexual era un "santón", seguramente
porque se le consideraba diferente de los demás hombres, y se veía en él algo
extraño.

Pero donde existe un panorama floridísimo de costumbrismo Sexual, es
en toda el Africa negra. Allí, cada clan tribal tiene sus normas y sus cos-
tumbres. La revolución occidentalizante que conmueve actualmente todo
Africa, no ha podido aJun enuclear, y en muchas zonas n1 rozar siquiera,
esos hábitos. Por lo tanto uede observarse en el mundo ne ro una variedad
de costumbres seXualeS casi indescriptible. Los núcleos negros más europei-
zados por un largo régimen colonial o por el influjo ya secular del cristiani-
mo misionero, han adoptado una moral sexual muy parecida a occidente.
Pero hay muchas zonas y muchas tribus donde aún siguen practicándose
las actividades sexuales Según normas ancestrales y absolutamente primi-
tivas que dejan asombrada a la mentalidad occidental. Vamos a dar noticia
de algunas costumbres africanas a este respecto.

En Africa existen en la actualidad diversas culturas, fruto de la interac-
ción entre los pueblos colonizadores y los sometidos a colonización, exis-
tiendo incluso naciones, como la República Sudafricana, en las que la cul-
tura de tipo europeo domina exclusivamente en la estructura legal, Social,
política y económica del país. Sin embargo, en este apartado nos referiremos
únicamente a algunos aspectos de la vida sexual propios de la cultura autóc-
tonamente africana, haciendo abstracción de las modificaciones introducidas
por las influencias de la colonización.

En conjunto, podemos decir que la revisión de la vida sexual en los ne-
gros africanos, desde el nacimiento y la adolescencia hasta el matrimonio,
revela una bien coordinada estructuración social. Pese a las diferencias
locales, es evidente la existencia de unos principios generales. Cada indivi-
duo es educado de forma que pueda llegar a ser un miembro útil y bien adap-
tado en el grupo Social al que pertenece. Gran parte de las normas e ideas
acerca de la sexualidad en los pueblos africanos difieren grandemente de
las mantenidas en los países del área cultural occidental, pero resulta indu-
dable la presencia en aquéllos de un bien planeado y coherente sistema.

Tal vez la mayor diferencia entre el concepto africano del sexo y el pro-
pio de nuestra civilización occidental reside en la falta de trasfondo y regla-
mentación religiosos en lo que a la vida sexual se refiere, entre los africanos.

En todos los pueblos africanos existe, indudablemente, la idea de uno o de
varios seres supremos y creadores; pero los mandatos y leyes que de ellos
pueden emanar no tienen ninguna relación con la vida sexual, como tam-
poco, en general, ofrecen recompensas ni amenazan con castigos las accio-
nes individuales. El quebrantamiento de la ley es una ofensa contra el grupo
social y sus componentes, pero no contra Dios. Los tabús, reglamentaciones
y prohibiciones sexuales son un asunto que concierne a la tribu, no a las
divinidades.

Desde una edad relativamente temprana, los niños y niñas juegan por
separado. Las niñas trabajan con sus madres y losjuegos son, en su mayoría,
una imitación de las tareas reservadas a las mujeres adultas. Por su parte,
los niños construyen flechas rudimentarias y trampas para cazar animales.

Antes de la iniciación existen, en algunos pueblos, relaciones amistosas entre
chicos y chicas, e incluso, en algunas tribus, los niños de ambos sexos reali-
zan juegos sexuales sin que los adultos le den a esto una mayor importancia.

En Angola, la edad de la iniciación es variable debido al hecho de que la
ceremonia tiene lugar solamente cada tres o cuatro años.
Cuando los muchachos están aptos para la iniciación son separados del
resto de la tribu, y comienzan una vida en común en un recinto preparado
exprofeso para ellos. Algunos hombres adultos de la tribu son encargados,
entonces, de su educación y, en algunos casos, cada joven es colocado al cui-
dado de un educador. El muchacho debe aprender a prestar respeto y obe-
diencia a los adultos, siendo instruido en las leyes y tabús de la tribu, espe-
cialmente en los referentes al matrimonio. Cuando totems y clanes forman
parte de la organización social, el matrimonio se halla prohibido entre los
miembros del mismo tótem o clan.

Los muchachos deben soportar toda clase de penalidades, principalmente
largos y fatigosos días de caza o pesca, así como castigos corporales por la
menor transgresión de la disciplina. \/Vilfrid Dyson cuenta haber visto, entre
los Fulani del oeste de África, un tipo especial de ceremonia de flagelación
en la que los muchachos, agrupados por parejas, se flagelaban mutuamente
y por turno en la espalda con delgadas y flexibles varillas. La escena tenía
lugar en presencia de las muchachas de la tribu que aplaudían alegremente
cuando el flagelado no mostraba signos de dolor.

El tiempo de iniciación de las muchachas viene indicado por el desa-
rrollo de los senos y por la menarquia. Se trata de un período caracterizado
por múltiples rituales, interdicciones y tabús. En muchas tribus, la alimen-
tación debe mantenerse dentro de una determinada dieta y, generalmente,
la muchacha ocupa una choza aparte de la de su familia. Al término de la
menstruación se realizan ceremonias mágicas de purificación. En algunas
tribus negras del África occidental, al comienzo de la pubertad las mucha-
chas son sometidas a un régimen de engorde como forma de alcanzar la ma-
xima belleza. Para ello permanecen recluidas durante meses, e incluso du-
rante años, de acuerdo con las posibilidades económicas de la familia.

En ciertas tribus, durante el período de reclusión las muchachas sufren
la escisión del clítoris u otras intervenciones quirúrgicas en los genitales.

Estas operaciones pueden consistir en una infibulación de los grandes la-
bios que haga las relaciones sexuales imposibles. En estos casos, antes del
matrimonio debe procederse a una nueva intervención quirúrgica.

lunes, 26 de octubre de 2009

El costumbrismo Sexual en Asia

Al presentarnos el análisis del costumbrismo sexual asiático debemos
pensar en una gran cantidad de países que siguen unas normas sexuales
muy primitivas en las que apenas ha habido evolución, como pueden ser la
India, Thailandia, el Irán, el Pakistán, etc. Sobre China, todavía tenemos
pocos datos para poder decir algo concreto, debido a las escasas noticias
que se tienen de este país a través del "telón de bambú". Por lo tanto de-
g bemos limitarnos al país que más Se ha occidentalizado y que, verdadera-
mente, ha tenido una auténtica evolución en su costumbrismo Sexual. Este
país es el Japón. Además, el Japón es una verdadera síntesis de lo asiático
y podrá servir de ejemplo para todo el mundo amarillo. Naturalmente,
A Tokio nos va a dar la pauta general de lo que nos interesa.

En primer término están una serie de bares en los que hay unas cama-
reras en traje de baño a rayas o con largos vestidos japoneses abiertos por
un lado para mostrar, con el movimiento, la pierna, el muslo e incluso el
slip. Otras llevan bonitos "tu­tús" de colores diversos. Se pide la consumi-
ción, se paga por adelantado y, después, si uno se aburre, puede llamar con
un Simple gesto a alguna de las camareras, a la que puede sacar a bailar.

Durante el baile ella misma se preocupa de dar todas las señas pertinentes
para posibilitar una entrevista en otro momento. Estos bares están cerca
del puente de Shimbashi; uno de los más conocidos es el "Albion". Por los
alrededores de la estación de Shimbashi hay un barrio, repleto de bares y
a restaurantes de tipo popular, que perpetúa los_ antiguos "barrios de placer"
del Japón tradicional.

En Shinjuku existe el café más ye-yé de Tokio, llamado "Ky―ko". Allí,
mientras uno está sentado cómodamente en su mesa, comiendo con tran-
quilidad, se presenta una chica y sin decir palabra, con una mirada vaga
y una lejana y extraña sonrisa, saca de su bolso una cajita de la que extrae
dos o tres píldoras y se las traga bebiendo un sorbo de la insustituible Coca-
Cola que hay sobre la mesa. Después sin ningún preámbulo pide que se
la lleve a comer, pues tiene hambre. Entonces se la puede llevar del brazo
a un restaurante y a partir de entonces intimar con ella.

En el barrio de Shinjuku también pueden encontrarse los célebres "Es-
tudios de Desnudo". En la puerta de estos estudios están haciendo calceta
dos o tres mujeres de edad indefinida. Si alguien se decide a entrar, pagando
600 yens (unas 85 ptas.), podrá ver cómo dos modelos se desnudan sobre
una especie de tarima muy iluminada por varios focos y cómo durante una
hora estarán representando las posturas más eróticas. Paseando por las
calles del Shinjuku es muy fácil encontrarse con vendedores de lotograíías
pornográficas y con algunos tipos que os darán secretas direcciones para pre-
senciar espectáculos privados donde intervienen una o dos parejas, o bien
un "blanco—blanco" (o sea, dos mujeres). Sin dejar el barrio de Shinjuku
puede visitarse el célebre mundo de los establecimientos de baños.

En el barrio de Asakusa, a dos pasos del viejo Yoshiwara, pueden en-
contrarse los baños más célebres, aún llamados "Toruko" (baños turcos).
Allí, pagando unas 200 ptas. (1500 yens) se practica al cliente un tipo de
"masajes especiales" que nada tienen que ver con el masaje normal que
todo el mundo conoce.

Por otro lado, el barrio Atami es el barrio de los llamados "nude-shows",
donde se lleva a cabo un "strip―tease" integral. El espectáculo empieza
sobre el mediodía y dura dos horas; luego sigue en sesión continua hasta
las once de la noche. Allí, aparte el espectáculo, los clientes pueden encon-
trarse con verdaderas sorpresas. Posiblemente el vecino de butaca dejará
caer sobre las rodillas del visitante no habitual un pequeño mensaje redactado
poco más o menos así: "Señor, le invito a visitar mi familia; tengo una niña
de 10 años que OS dará un auténtico concierto de piano". También es posi-
ble cortejar durante cierto tiempo a una muchachita muy femenina, que
luego, al salir, dirá: "Lo siento, Señor, pero soy un muchacho".

El Japón, después de siglos de tradiciones y tabús, se ha liberalizado
de tal manera que es uno de los países del mundo con menos prejuicios. En
el Japón, las diversiones y el placer no se consideran como debilidades o
como ataques al la moral. Tampoco existe la lucha abierta de los Sexos. La
mujer sabe que ha nacido para Servir al hombre con agrado. Es la idea que
posee tanto la cabareitera como la mujer casada; por lo tanto, su actitud
ante la Sexualidad está libre de todo sentimiento de culpabilidad. El pudor
que Señalan nuestros cánones es totalmente desconocido. En cambio, amar
con escrúpulos o cumplir imperfectamente con el papel de mujer se consi-
dera en el japón como un grave atentado a la moral. En la mentalidad
occidental, la igualdad de Sexos ha hecho que las mujeres se sientan a me-
nudo inseguras en su papel. En cambio, la mujer japonesa conoce exacta-
mente Su papel dentro de la complicada estructura de los derechos v los de-
beres. Hay un mundo de los hombres y uno de las mujeres, no existe lucha
abierta de los sexos, sino fronteras fijadas con presicion para cada uno.
La mujer ha aprendido a respetar el orden de las diferencias sexuales
e incluso encontrar en ellas la razón de su vida. Proporcionar al hombre
es una obligación para ella. Los placeres físicos y por lo tanto los del
sexo en su aspecto sensotrial, pertenecen, según su mentalidad, a un
mundo fugaz que hay que cuidar como el jardín florido de la vida.

Una japonesa genuina, educada al estilo tradicional, no dice jamás lo
que realmente desea. Todo son signos, insinuaciones, suspiros, un juego de
cien espejos. Para la mujer japonesa la insinuación de un sentimiento no
es nunca espontánea o gratuita. Cada expresión de sentimientos puede ser
una trampa, una red en la que el otro Se enreda y de la que Sólo puede salir
correspondiendo a ella.

Por ejemplo, la japonesa utiliza su diario íntimo no para reflejar en él
lo que le ocurre en su interior o en su vida personal, sino que escribe aque-
llas cosas que le consta desatarán en su marido las reacciones que desea,
ya que sabe que su marido lee "su diario" por muy oculto que ella expresa-
mente lo guarde.

En fin, la mujer japonesa utiliza toda clase de medios para compensar
internamente la prioridad externa del hombre. No puede, como el hombre,
hablar abiertamente sobre asuntos del corazón y del amor, y compensa esto
con su alto sentido de la diplomacia de los sentimientos y de la sexualidad.