jueves, 29 de octubre de 2009

CINE Y SEXUALIDAD

El cine supera a todos los medios de difusión erótica por varias razo-
nes: la cantidad de espectadores, el mecanismo onírico de la oscuridad,
la música ambiental o de fondo, la casi completa abolición del esfuerzo
de la mente ante unas imágenes previamente calculadas para su mejor cap-
tación. Por otra parte, el cine está en manos de los comerciantes (produc-
tores), que persiguen una sola cosa: conseguir una clientela fija. Entonces
cabe preguntarse ante qué reacciona con más Seguridad esta clientela fija,
sacada de la anodina masa de los espectadores. Pronto se ve que lo más
eficaz es despertar o estimular la pulsión sexual, o cuando menos las viven-
cias eróticas. Naturalmente, al productor no le interesan las preferencias
de minorías intelectuales; busca, simplemente, el espectáculo de masas. Por
lo tanto, lo erótico y lo seXual están en el trasfondo del cine.

Las grandes "vedettes" tienen todas ellas una definición publicitaria de
indudable eficacia. Así, por ejemplo, Marilyn Monroe era "el seno"; Lauren
Bacall, "la mirada";_Ïayne Mansfield, "la curva"; Brigitte Bardot, "el seXo",
etcétera. Los tipos también tienen su clasificación. Así nos encontramos
con mujeres ligeramente andróginas, como Audrey Hepburn y Leslie Caron;
de enorme vitalidad, como Gina Lollobrigida; de formas opulentas, como
Soña Loren; juveniles, como Natalie Wood; infantiles, como Hayley Mills;
exóticas, como Nancy Kwan, etc. Con los tipos masculinos pasa lo mismo:
los hay algo afeminados (Rodolfo Valentino), muy viriles (Kirk Douglas,
Yul Brinner), tipos duros (Gary Cooper, Burt Lancaster), etc.

El público―espectador se identifica rápidamente con las "vedettes" y
encuentra en ellas o en ellos la imagen que querría tener de sí. El fenómeno
de masa que es el espectáculo multitudinario ayuda a este fenómeno de iden-
tificación al disminuir la situación de originalidad personal. y sus posibili-
dades de contraposición. Para potenciar la identificación se requiere que
la "vedette" auténtica presente al máximo un abierto exhibicionismo nar-
cisista. También actúa el cine como un mecanismo fetichista prefabricado,
llamado "star system", que es la identificación del público con el modo
de actuar de los ídolos cinematográficos, incluso en los más mínimos detalles:
fumar de tal manera, beber de tal otra, consumir tal bebida., vestir de tal
forma, etc. El espectador identifica los símbolos cinematográficos a través
de pequeñas formas de conducta, insignificantes en apariencia, que van
desde una mímica especial hasta la forma de besar.

Muchas veces el actor o actriz cinematográficos encarnan un arquetipo
que se identifica como patrón de conducta de una cierta fase vital. Así, por
ejemplo, James Dean ha sido, sin duda, el arquetipo de un mundo revolu-
cionario y heroico: el mundo de la adolescencia rebelde. Brigitte Bardot
ha sido el arquetipo de la liberación erótica, Marilyn Monroe de la mujer
como seXo­objeto (seX―appeal), etc. También han servido los astros de cine
R para desencadenar histerismos colectivos de masas adolescentes v en mul-
titudes despersonalizadas, como por ejemplo en Estados Unidos ocurrió con
Elvis Presley, uno de los primeros estímulos y héroes del mundo de las fans
(Elvis the Pelvis) y de los fans (Elvis: the coxis). La actriz publicitaria se basa
en los mismos mecanismos: todo lo que haga la actriz lo hará su público.
Por lo tanto, si tal actor o actriz usan tal o cual jabón lo usarán sus espec-
tadores.

La técnica que utiliza el cine para "domar" a sus espectadores es pura-
mente reflexológica. Se trata de edificar reflejos condicionados. Hay que
gratificar al espectador que esta tres horas ante la pantalla v ha pagado
su butaca. Para ello de vez en cuando, fugazmente muchas veces, con una
percepción que casi es subconsciente, se dejan entrever un seno, unos muslos,
unas nalgas. Así Se va montando poco a poco un ligamen instintivo-sensorial
que es el aprendizaje del espectador cinematográfico asiduo. Se ha con-
dicionado técnicamente, mediante el reclamo del seXo por el seXo, la fideli―
dad v asiduidad de una masa de espectadores. Para ello se fabricó el Super-
tipo B.B. que pasó a ser desde "Esta sagrada pilluela" v "Manina, la chica
sin velos" hasta "Y Dios creó la mujer" o "Muñeca de carne", una verdadera
obsesión seXual o, como decía su eX-marido Roger Vadim, "la mujer deseada
por todos los maridos". B.B., que Se ha estudiado como fenómeno social de
nuestra época, es para el cine un maniquí publicitario con dos resortes para
p mover a masas: el sexo y la juventud.

El seX-appeal del mundo del celuloide no radica sólo en las actrices ni
en el desnudo femenino; entra también en él el desnudo masculino para
un público femenino. Así ha sido en toda la historia del cine, desde Rodolfo
Valentino en "El Hijo del Caíd" hasta James Dean en "Gigante".

La censura reprime v corta muchas veces algunas manifestaciones que
juzga demasiado crudas o realistas, sobre todo en el terreno de lo erótico;
pero entonces el beso reemplaza lo que la censura prohíbe mostrar v el beso
se va transforma.ndo en alusión. Las alusiones, que son la defensa del cine
contra la censura, llenan actualmente las pantallas. Se realizan técnica-
mente, lo mismo que acontece con los sueños: Surgen los símbolos para
burlar la censura de los mecanismos del super­yo, de la norma moral, de la
represión social.

La pantalla crea símbolos y alusiones cuya repetición es la clave que
el público utiliza casi inconscientemente para interpretar lo que pasaría si
la censura no fuese tan rígida. Entonces los símbolos cumplen la misma fina-
lidad erógena que los maillots de baño: insinúan v dejan entrever. El cine
presenta alusiones a toda clase de anomalías seXuales. Así, por ejemplo,
aparecen alusiones a la felación a través de dedos en la boca, flautas junto
a los labios, al cunilinguo ("La espera de las mujeres" de lngmar Bergman,
"Los amantes" de Louis Malle, "La dolce vita" de Fellini, etc.). Se recurre
a formas larvadas de sadismo mediante escenas de violencia del hombre
sobre la mujer o viceversa ("La Noche" de Antonioni); a formas de maso-
quismo como el darse una dama al acto sexual sobre la cama de una pros-
tituta como acontece en "La dolce vita". Abundan las manifestaciones feti-
chistas de pies ("Los amantes" de l\/[alle) v de trenzas o cabello ("El Hakim").
Un film básicamente sádico fue "La Historia de G".

También aparecen múltiples escenas de baño y ducha en gran cantidad
de películas con el consiguiente desnudamiento de la "vedette". Las orgías
y los pluralismos sexuales aparecen en películas como "Las noches de Lu-
crecia Borgia" o en "Débiles mujeres". Los films etnológicos, que pretenden
ser documentales sobre la vida de pueblos primitivos, también dejan entrever
de paso una abierta sexualidad en sus imágenes ("Paraísos terrestres" y
"Aloa, canto de las islas"). Escenas de homosexualidad femenina aparecen
en películas como "Y morir de placer" de Vadim, "L’aventura" de Antonioni,
"Liane" y "Calor de verano". También hay películas que dan preferencia
al desnudo y se proclaman películas naturistas: "_]uventud desenfrenada",
"La marcha hacia el Sol" y "l() días con los desnudistas".
La importancia de las conexiones entre cine y sexualidad es tan obvia
que dio origen a un congreso en Venecia sobre el tema "Cine y sexo" (1961).

Las películas prototípicas respecto a una presentación masiva de lo Sexual
como problema radical son pocas v entre ellas cabe citar "Baby Doll" ("La
muñeca de carne"), "La dolce vita", "Durante el pasado verano" (autén-
tico compendio de erotología cinematográfica), "Los amantes", "La laguna
de los deseos", etc.

Ahora bien, las películas de predominante temática sexual pueden pre-
sentarse también de una forma profunda, como ocurre en el film sueco "_]uegos
de Noche", en el que aparece un niño de ll años presenciando un parto de
su madre, mientras que, en otras escenas, este mismo niño es casi seducido
por su propia madre y por una de las criadas de su casa. Una escena de extra-
ordinaria crudeza es aquella en que el niño está bajo las faldas de su madre
intentando acariciar su sexo. También puede presentarse este tipo de pelí-
culas de una forma puramente pornoscópica, como en una película japonesa
en la que únicamente aparece una serie interminable de nalgas de todos
los aspectos y dimensiones, v pertenecientes a diversas personas de cualquier
edad y de ambos sexos. Generalmente la película dedica dos minutos de
proyección a cada ejemplar.

Con lo expuesto creemos que el lector podrá haber tomado conciencia
de las íntimas conexiones entre el cine y la sexualidad, a la par que poseerá
otro dato de interés para su veredicto sobre la sexualidad actual.

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