lunes, 26 de octubre de 2009

El costumbrismo Sexual en Asia

Al presentarnos el análisis del costumbrismo sexual asiático debemos
pensar en una gran cantidad de países que siguen unas normas sexuales
muy primitivas en las que apenas ha habido evolución, como pueden ser la
India, Thailandia, el Irán, el Pakistán, etc. Sobre China, todavía tenemos
pocos datos para poder decir algo concreto, debido a las escasas noticias
que se tienen de este país a través del "telón de bambú". Por lo tanto de-
g bemos limitarnos al país que más Se ha occidentalizado y que, verdadera-
mente, ha tenido una auténtica evolución en su costumbrismo Sexual. Este
país es el Japón. Además, el Japón es una verdadera síntesis de lo asiático
y podrá servir de ejemplo para todo el mundo amarillo. Naturalmente,
A Tokio nos va a dar la pauta general de lo que nos interesa.

En primer término están una serie de bares en los que hay unas cama-
reras en traje de baño a rayas o con largos vestidos japoneses abiertos por
un lado para mostrar, con el movimiento, la pierna, el muslo e incluso el
slip. Otras llevan bonitos "tu­tús" de colores diversos. Se pide la consumi-
ción, se paga por adelantado y, después, si uno se aburre, puede llamar con
un Simple gesto a alguna de las camareras, a la que puede sacar a bailar.

Durante el baile ella misma se preocupa de dar todas las señas pertinentes
para posibilitar una entrevista en otro momento. Estos bares están cerca
del puente de Shimbashi; uno de los más conocidos es el "Albion". Por los
alrededores de la estación de Shimbashi hay un barrio, repleto de bares y
a restaurantes de tipo popular, que perpetúa los_ antiguos "barrios de placer"
del Japón tradicional.

En Shinjuku existe el café más ye-yé de Tokio, llamado "Ky―ko". Allí,
mientras uno está sentado cómodamente en su mesa, comiendo con tran-
quilidad, se presenta una chica y sin decir palabra, con una mirada vaga
y una lejana y extraña sonrisa, saca de su bolso una cajita de la que extrae
dos o tres píldoras y se las traga bebiendo un sorbo de la insustituible Coca-
Cola que hay sobre la mesa. Después sin ningún preámbulo pide que se
la lleve a comer, pues tiene hambre. Entonces se la puede llevar del brazo
a un restaurante y a partir de entonces intimar con ella.

En el barrio de Shinjuku también pueden encontrarse los célebres "Es-
tudios de Desnudo". En la puerta de estos estudios están haciendo calceta
dos o tres mujeres de edad indefinida. Si alguien se decide a entrar, pagando
600 yens (unas 85 ptas.), podrá ver cómo dos modelos se desnudan sobre
una especie de tarima muy iluminada por varios focos y cómo durante una
hora estarán representando las posturas más eróticas. Paseando por las
calles del Shinjuku es muy fácil encontrarse con vendedores de lotograíías
pornográficas y con algunos tipos que os darán secretas direcciones para pre-
senciar espectáculos privados donde intervienen una o dos parejas, o bien
un "blanco—blanco" (o sea, dos mujeres). Sin dejar el barrio de Shinjuku
puede visitarse el célebre mundo de los establecimientos de baños.

En el barrio de Asakusa, a dos pasos del viejo Yoshiwara, pueden en-
contrarse los baños más célebres, aún llamados "Toruko" (baños turcos).
Allí, pagando unas 200 ptas. (1500 yens) se practica al cliente un tipo de
"masajes especiales" que nada tienen que ver con el masaje normal que
todo el mundo conoce.

Por otro lado, el barrio Atami es el barrio de los llamados "nude-shows",
donde se lleva a cabo un "strip―tease" integral. El espectáculo empieza
sobre el mediodía y dura dos horas; luego sigue en sesión continua hasta
las once de la noche. Allí, aparte el espectáculo, los clientes pueden encon-
trarse con verdaderas sorpresas. Posiblemente el vecino de butaca dejará
caer sobre las rodillas del visitante no habitual un pequeño mensaje redactado
poco más o menos así: "Señor, le invito a visitar mi familia; tengo una niña
de 10 años que OS dará un auténtico concierto de piano". También es posi-
ble cortejar durante cierto tiempo a una muchachita muy femenina, que
luego, al salir, dirá: "Lo siento, Señor, pero soy un muchacho".

El Japón, después de siglos de tradiciones y tabús, se ha liberalizado
de tal manera que es uno de los países del mundo con menos prejuicios. En
el Japón, las diversiones y el placer no se consideran como debilidades o
como ataques al la moral. Tampoco existe la lucha abierta de los Sexos. La
mujer sabe que ha nacido para Servir al hombre con agrado. Es la idea que
posee tanto la cabareitera como la mujer casada; por lo tanto, su actitud
ante la Sexualidad está libre de todo sentimiento de culpabilidad. El pudor
que Señalan nuestros cánones es totalmente desconocido. En cambio, amar
con escrúpulos o cumplir imperfectamente con el papel de mujer se consi-
dera en el japón como un grave atentado a la moral. En la mentalidad
occidental, la igualdad de Sexos ha hecho que las mujeres se sientan a me-
nudo inseguras en su papel. En cambio, la mujer japonesa conoce exacta-
mente Su papel dentro de la complicada estructura de los derechos v los de-
beres. Hay un mundo de los hombres y uno de las mujeres, no existe lucha
abierta de los sexos, sino fronteras fijadas con presicion para cada uno.
La mujer ha aprendido a respetar el orden de las diferencias sexuales
e incluso encontrar en ellas la razón de su vida. Proporcionar al hombre
es una obligación para ella. Los placeres físicos y por lo tanto los del
sexo en su aspecto sensotrial, pertenecen, según su mentalidad, a un
mundo fugaz que hay que cuidar como el jardín florido de la vida.

Una japonesa genuina, educada al estilo tradicional, no dice jamás lo
que realmente desea. Todo son signos, insinuaciones, suspiros, un juego de
cien espejos. Para la mujer japonesa la insinuación de un sentimiento no
es nunca espontánea o gratuita. Cada expresión de sentimientos puede ser
una trampa, una red en la que el otro Se enreda y de la que Sólo puede salir
correspondiendo a ella.

Por ejemplo, la japonesa utiliza su diario íntimo no para reflejar en él
lo que le ocurre en su interior o en su vida personal, sino que escribe aque-
llas cosas que le consta desatarán en su marido las reacciones que desea,
ya que sabe que su marido lee "su diario" por muy oculto que ella expresa-
mente lo guarde.

En fin, la mujer japonesa utiliza toda clase de medios para compensar
internamente la prioridad externa del hombre. No puede, como el hombre,
hablar abiertamente sobre asuntos del corazón y del amor, y compensa esto
con su alto sentido de la diplomacia de los sentimientos y de la sexualidad.

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