jueves, 24 de septiembre de 2009

Don Juan entra en la historia

En los años inmediatos a la terminación del Concilio tridentino, y du-
rante un largo período, se entra en una fase de austeridad extrema. Los pron-
tuarios de teología moral articulan la moralidad y la inmoralidad de las
pequeñas acciones. Todo queda severamente codificado y penado con los
más severos castigos. Las normas tridentinas quieren imponer la más férrea
disciplina no sólo entre los clérigos, sino también entre los laicos. Por la
índole de las prohibiciones podemos deducir el comportamiento concreto
y cotidiano de algunos sacerdotes en el campo sexual. En España, por ejem-
plo, el penitente requerido ad turþia (actos deshonestos) por el confesor, o
cualquiera que estuviera enterado de esta circunstancia, debía denunciar
al confesor ante el ·Tribunal de la Inquisición en el plazo de seis días. Los
bispos, inquisidores y nuncios debían Ser denunciados ante la silla apostó-
lica. Si el penitente solicitado ad turþia no lo denunciaba, incurría en una
excomunión mayor reservada al Tribunal de la Santa Inquisición.

El "Prontuario de la Teología mora1", de Francisco Lárraga, era el vade-
mécum más célebre de que disponían los clérigos. Lo tenemos ahora a la
vista y puede servir de anecdotario para ilustrar la mentalidad y el compor-
tamiento que regían en aquellos tiempos. El apartado que se dedica al ma-
trimonio incluye la resolución de todos los casos imaginables que se pudieran
presentar. La edición original de 1761, que es la que estamos estudiando,
incluye a vía de ejemplo el siguiente caso:
"Pedro, que está en Pamplona, intenta casarse con una mujer que está
en Madrid. Da poder para celebrar el contrato matrimonial a un caballero
que está en Madrid, y antes que el caballero contraiga el matrimonio en
nombre de Pedro, éste, que es el poderdante, retracta a solas su consenti-
miento, sin que de ello haya testigos ni lo notifique al poderhabiente. Y se
casa en Pamplona con otra. El poderhabiente celebra el matrimonio en
nombre de Pedro con la señora de Madrid antes que Pedro celebrase o con-
trajere con la de Pamplona, ¿con cuál queda Pedro casado? En el foro inter-
no y en la realidad queda casado con la de Pamplona, y el matrimonio con-
traído en Madrid es nulo: pero en el foro eXterno le compelerán a Pedro
que habite con la de Madrid y que esté al tal matrimonio y no le dejarán
habitar con la que casó en Pamplona, por no haber testigos de haber retrac-
tado el consentimiento; pero el dicho Pedro no podrá en conciencia tener
por mujer a la de Madrid y todas las cópulas que con ella tuviere Serán for-
nicarias; y más obligación tiene a evitar el escándalo propio que el ajeno;
y así lo que debiera hacer es huir con la de Pamplona a otras tierras; o entrar
en religión, si no ha consumado el matrimonio; o tomar otro medio prudente,
con consejo de hombres doctos, para evitar el escándalo propio y del pueblo."

El mismo Lárraga explica que es nulo el matrimonio por "error pejoris
conditionis servilis ignoratae". Y enumera una gran cantidad de impedi-
mentos para la celebración del matrimonio. Claro que a continuación explica
las causas para dispensar los impedimentos, una de las cuales, la sexta, con-
siste en "dar a la Iglesia alguna suma grande de dinero".

El Lárraga ilustrado pasa a establecer las normas del comportamiento
sexual y explica con todo lujo de detalles las formas de practicar el coito
normal y anormalmente. F ulmina los pecados "contra natura" con tal viru-
lencia que demuestra bien a las claras el uso normal que de ellos Se hacía
en aquella época. Define cuáles son los "tactos leves": el apretar la mano
a una mujer, pisarle el pie, pellizcarle en el brazo y-apretarla los dedos. Y
señala también como aspectos leves mirarle al rostro o al cuello.

En esta época de austeridad codificada, de represión de las costumbres,
salió a la luz un personaje que habría de hacerse mundialmente famoso j
y que explica, con la afirmación de su conducta sexual, la negación oficial.
La imagen del burlador, Siempre insatisfecho sexualmente, llevado de aven-
tura en aventura, alternando muchachas vírgenes con mujeres casadas se
hace popular en la literatura e inspira la aparición de émulos en todos los
países. El éxito que siempre rodeó a este personaje, violador del lecho ajeno,
aventurero empedernido y nunca dispuesto a enfundar las armas de la agre-
sividad sexual, nos recuerda a los héroes de ficción de nuestros días, qjue
igualmente tienen un significado erótico y violento. Los héroes de ficción
son como la válvula de escape en toda situación de represión y de impotencia
colectiva. El don juan de la escena, el hombre cuya única pauta de conducta
Se basa en la cantidad y en la capacidad de conquista, aglutina en su persona
los sentimientos y los anhelos insatisfechos de los hombres en una época
dada. Así nació Don Juan, y así vive todavía, aunque vestido de otro ropaje.

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