miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las bacanales

En el marco de la vida romana tuvieron especial importancia los ritos a
clandestinos de la sexualidad. Podemos encontrar antecedentes en otras
sociedades antiguas, pero en Roma se revistieron de características muy
particulares. Tuvo lugar un escándalo que repercutió hondamente en la
vida del siglo segundo antes de Cristo. Un muchacho se presentó ante uno
de los dos Cónsules y denunció el hecho de que había sido expulsado de casa
por su madre y su padrastro por haberse negado a ingresar en una secta
clandestina. El cónsul inició las investigaciones por su cuenta y tuvo cono-
cimiento de las fiestas nocturnas que celebraba la Comunidad en un pequeño
bosque dedicado a la diosa Semele. Las fiestas se realizaban en honor de
Baco, el dios de los Misterios, durante cinco noches cada mes. El vino, las
danzas y la oscuridad pronto hacían que se llegara a la orgía y que la fiesta
terminara en la practica del amor libre. Los participantes que se negaban
a dejarse poseer eran inmolados al dios y sus gritos eran ahogados por el
estruendo de los cantos y las danzas.

Las desapariciones de hombres y de mujeres nunca eran suficientemente
aclaradas. Los miembros de la secta se apoyaban mutuamente y tenían
un amplio poder para escapar de las pesquisas.
El cónsul, una vez conocidos algunos extremos referentes a la secta,
tomó las debidas precauciones, prohibió las reuniones y prometió recom-
pensas a los que facilitaran cualquier información. Cuando tuvo todos los
hilos en las manos, procedió a hacer una redada gigantesca. Unos siete mil ‘
individuos aparecieron complicados en las orgías báquicas. Muchos de ellos
fueron ajusticiados, y el culto a Baco se prohibió en todo territorio de so-
beranía romana.

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