jueves, 24 de septiembre de 2009

La esplendorosa decadencia antes del díluvío

En el período dominado por las formas de vida del 7'OCOCÓ el incremento
de la trivialización se torna más notorio. La nobleza, como clase social pró­
Xima a desaparecer, sólo encuentra su reafirmación recurriendo desespera-
damente a las formas refinadas del erotismo. Se anquilosa más en sus posi-
ciones de clase, se "desmoraliza", podríamos decir, y rinde culto a las formas
externas del comportamiento sexual. A medida que la disolución Sexual
aumenta, es comprobable la progresiva rigidez de la institución matrimonial.

Los favoritos son los amantes oficiales del rey o de la reina, y Se crea un nuevo
tipo de nobleza, la de los hijos de las concubinas del rey. Las cortes euro-
peas, especialmente la francesa, que respira ya en el ambiente su próxima
caída vertical, viven encerradas en sí mismas; pero ello no impide que el
pueblo tenga los ojos fijos en lo que ocurre al otro lado de las verjas reales.

Todas las formas de perversión tienen cabida en los pasillos y en las cámaras
reales. La sexualidad pasa a ser, en numerosas ocasiones, cuestión de Estado.
En una clase tan cerrada como la nobleza ya no es preciso recurrir al disimulo
así, cada uno de los nobles habitantes de Versalles, entregados a sus mil
devaneos amorosos, esta enterado de la vida y de las aventuras de los otros.

Se consideran predestinados, y creen que la vida debe girar en torno
a ellos. Ninguna barrera puede impedirles gozar de la existencia: la única
que puede interponérseles es la del aburrimiento. Por ello, las formas eró-
ticas de este período consisten en una lucha constante por la innovación,
por el recurso a procedimientos cada vez más excitantes. La sexualidad
exacerbada e instalada en los límites de la anormalidad esta presente en


casi todos los núcleos cerrados de las Cortes, incluso en aquéllas que pre-
tenden ser, de puertas afuera, austeras.
Mientras tanto, la burguesía, que está conspirando en la sombra y pre-
parándose para el asalto, continúa sumida en las normas más severas de la
tradición. La mujer vive en reclusión y no le quedan otras alternativas para
realizarse que la de la maternidad o la de la prostitución.
En el Salto adelante, en la caída estruendosa del telón sobre la historia,
en la revolución que trastocará el régimen establecido, advendrá una cir-
cunstancia asombrosa; cambiarán muchas cosas, menos la mentalidad tra-
dicional. Caerá el antiguo régimen, pero subsistirá la organización patriarcal.
Los cerebros de la Revolución no están lo suficientemente preparados para
sentar las bases de un comportamiento más humanístico. La servidumbre
de la mujer, por ejemplo, permanecerá inatacada.

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