miércoles, 30 de septiembre de 2009

La calle de nuestros días y la Sexualidad

Los carteles y escaparates dominan la calle de hoy. La mirada encuen-
tra reclamos en las más diversas imágenes con la peculiar fascinación ma-
croscópica a que nos tiene acostumbrados le cine en sus primeros planos-

Pero el principal instrumento de atracción lo constituye la publicidad visual
de la mujer. La mujer accede a ser instrumento v ob'eto e incluso interme-
diario permanente, entre el atractivo espontáneo y el reclamo artificial. La
primera característica de un ob`eto es su artificialidad; or lo tanto. la mujer
objeto del mundo publicitario se transforma en algo artificial. LOS cabellos
eran postizos o teñidos, usará pestañas artificiales, llevará las cejas maqui-
lladas, su rostro aparecerá completamente sofisticado; es decir, enmasca-
rado. Los párpados sombreados darán un nuevo sentido a su mirada y la
depilación y las cremas harán el resto. La boca ha tomado en el maquillaje
una importancia extraordinaria: es actualmente un auténtico "espejo del
alma", título antaño ostentado por los ojos. Se evidencia un paso de la mujer
hacia la hembra o hacia la mujer-objeto. Esta ambigüedad y sofisticación
de la mujer-publicidad se comunica poco a poco, bajo una velada forma
de ósmosis, al mismo concepto de amor.

La publicidad callejera, utilizando la mujer-objeto como reclamo, nos
infunde un nuevo sentido de la sexualidad. Gracias a ello asociamos, predo-
rizinantemente, el concepto "sexo" al concepto "mujer". Por otra parte,
la pulsión sexual no encuentra mejor medio de excitación que esta mujer-
objeto, o sexo-objeto que, al mismo tiempo, se ofrece v aparece como algo
prohibido por las normas sociales y religiosas, o simplem ente por una mo-
tivación meramente económica.

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