miércoles, 9 de septiembre de 2009

Sexualidad y matrimonio


En el matrimonio existe una comunidad corporal, una fusión corporal
que supera a la fusión o comunidad sexual. Creer que el matrimonio Se basa
en el para inszfimfo Sexual es grave y peligroso. El matrimonio es una institución
Social y, como todas ellas, tiene un carácter polivalente. Sobre ella operan
varios tipos de fuerzas, algunas que podríamos llamar sobre―individuales
o transpsíquicas. Cuando Aristóteles define al ho_mbre como "zoon politikon"
alude a una de sus primordiales estructuras, la misma a la que otros
filósofos se refieren cuando dicen que la existencia humana esta Siempre
enclavada en un mundo, porque el mundo humano es fundamentalmente personal.
En cuanto el niño da su primer grito al nacer ya empieza a recibir influencias
humanas que sobrepasan el plano biológico. Su vida se teje sobre un entra-
mado personal que le rebasa, porque no depende de él mismo, sino de los
Seres que le rodean.

El matrimonio monógamo muestra en la sociedad contemporánea una
cierta inestabilidad, pero tal inestabilidad no procede de sus planos
sino de los personales. Muchos psiquiatras reciben consultas de esta clase en
las que se pretende reducir el problema a puros términos sexuales. Lo que
ocurre es que ha variado la perspectiva en que se sitúan los dos seres que
van al matrimonio. La vida moderna se caracteriza por un refinamiento
sensorial: por razones largas de exponer, el tedio se halla en el subfondo de
las satisfacciones cotidianas del hombre moderno. De ahí su necesidad de
acrecentar la fuerza de las satisfacciones para que resulten estimulantes.

El matrimonio planteado sobre la ožćla sexual ha sufríćlo un proceso de erotización que
a la larga, lo desnaturaliza. Agréguense a esto la gravedad de las preocupa-
ciones cotidianas, la incapacidad del hombre moderno de crear una vida
como proyección de su propia fantasía y esa entrega indeliberada a todas
formas de distracción que Se le ofrecen ya compuestas y determinadas. En
páginas anteriores he insistido sobre el hecho de que la Sexualidad ha ad-
quirido una enorme importancia en los últimos decenios. Tras la hipocre-
sía y el oant de la época victoriana, el mundo occidental está sometido a
continuas inhalaciones de erotismo. Las raíces se hallan siempre en lo que
el hombre piensa de sí mismo, porque lo que piensa es lo que busca.

Aun en el ser menos dado a la reflexión sobre sí mismo, existe siempre esa imagen
de sus anhelos y necesidades que tiende a convertir en realidades. La reali-
zación se hace buscando la felicidad, pero ésta es una palabra tan amplia
de perímetro que resulta ambigua. La felicidad que busca el hombre occi-
dental es la que consiste en la satisfacción de sus impulsos naturales. Na-
turales del lzomo natura. Al mismo tiempo que Se ha producido la pendulación
hacia la interioridad —de la que he hablado en mi libro Descubrimiento de
la intimidad—— se ha producido también una pendulación hacia el primado
de la corporalidad. De la conjugación de ambas pendulaciones surge, como
estructura primaria del hombre contemporáneo, la supravaloración de la
intimidad Corporal. (De ahí la prevalencia, en la patología actual, de los tras-
tornos psicosomáticos.) Pero la corporalidad —que no es el cuerpo simple,
sino el cuerpo en cuanto experiencia humana— tiene vectores y entrañas
diversas, y una de ellas es la sexualidad.

No resulta extraño, viviendo en esta atmósfera, que los conflictos conyu­
galés aparezcan a primera vista como trastornos de la intimidad conyugal,
en tanto intimidad sexual. Quedandonos en este plano.la solución de los conflic—
tos es simple. El esquema sería el siguiente: la desavenencia es muchas veces
radical e invencible, no hay más que una solución: la separación, es decir,
la ruptura del lazo matrimonial. El peligro de la situación es tanto mayor,
cuanto que la Situación no puede ser vista de otra manera por los que tengan
una imagen reductiva del hombre, es decir, por los que se queden en el plano
del homo natura. ¿Qué puede hacer quien piense que el comercio sexual es
lo único importante para el matrimonio, para el mantenimiento del lazo
conyugal y, por ejemplo, que la frigidez de la mujer es un obstáculo de pri-
mera magnitud? ¿Qué ocurre si después de reconocer un hecho así no se pue-
de curar tal frigidez? Si se parte del esquema de que el matrimonio se funda
en la atracción de dos seres y que esta atracción es básicamente sexual no
hay razón alguna para que las leyes pretendan mantener absoluta o rela-
tivamente la continuidad del matrimonio.

Desde el punto de vista de la antropología cultural el matrimonio no sur-
ge tanto del hecho de la unión sexual como del nacimiento de un hijo. El na-
cimiento de un hijo impone la creación de un sistema protector y transforma
la relación entre los seres humanos. No se trata únicamente de la creación
de nuevos lazos afectivos, Sino de una estructura social que tenga carácter
no sólo þrotootor sino formador de la persona que acaba de nacer. La necesi-
dad del matrimonio como institución Social deriva de la propia estructura
antropológica del Ser humano. El recién nacido humano es un ser inerme
e indotado y de ahí la unión de la pareja protectora de ese "prematuro"
que es el niño. Todo ser humano, al nacer, es un prematuro. Debería haber
permanecido doble tiempo en el vientre de la madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario