jueves, 3 de septiembre de 2009

Sexualidad y mundo moderno parte II

Ahora bien, la encuesta se basa sobre las confesiones de los varones Y
las mujeres sobre su pasado sexual. ¿Puede siquiera imaginarse el coeficiente
de error que esto supone? ¿Cómo ve cada cual su propio pasado? Quiérase
o no, a la luz del presente, y éste deforma siempre la perspectiva con que se
A le ofrece la vida pasada. El pasado no es nunca una recapitulación. Sino una asimi-
lación selectiva. v esta selección alcanza, naturalmente, hasta las propias ex-
periencias sexuales. Comienza la encuesta, pues, con una autointerpreta-
ción de la conducta humana, que luego es confesada ——segunda fuente de
error— a un investigador. ¿No contarán los sujetos más que lo que ha sido
lo que creen que ha debido ser? Aún así, no es éste el error más grave, sino
el del concepto de norma biológica. ¿Puede el hombre reducirse a un esquema
tan elemental, tan simple? Los médicos, que tanto luchamos por hallar per-
files claros en la idea de enfermedad, sabemos muy bien que nos encontra-
mos ante un concepto-límite. Según mi punto de vista, el concepto de enfer-
medad no puede lograrse sin ensamblarse con el de libertad. El hecho pro-
duce un cierto asombro. La enfermedad, que parece a primera vista un
puro fenómeno biológico, Se halla definida por una idea que arranca del
fondo metafîsico del hombre. Pero así es, porque así es también el hombre,
tenso siempre entre dos polos: su determinismo y su libertad, su naturaleza
y su historia.

¿Dónde esta el método que mida exactamente los grados de libertad
del hombre? La misma dificultad nos encontramos con respecto a la norma
sexual. Kinsey quiso averiguar lo natural en la vida Sexual. Lo natural se reduce
aquí a lo fisiológico. Antes, se hablaba de naturaleza humana para Señalar
lo que hay en el hombre de peculiar. Es decir, la "naturaleza" como expre-
sión de la "physis" griega. Hoy, se habla de naturaleza para referirse sólo
a los planos biológicos del ser humano.

En la encuesta, tal y como la planeó Kinsey, no pudo revelarse la estruc-
tura esencial de la sexualidad, sino su condicionamiento histórico. Tam-
bién la sexualidad en la sociedad actual expresa la dinámica competitiva que la
caracteriza. Se trata de obtener "records" verbales o reales. La sexualidad
penetra, por esta vía, en la ficción social, sin que el que hace la estadística
pueda evitarlo.

Las dificultades para lograr una antropología comprensiva de la Sexua-
lidad emanan de Sus complicadas estructuras. Por un lado, se halla en di-
recta conexión con los elementos constitutivos del cuerpo humano; pero
por otro, se halla ligada a los problemas más profundos del encuentro personal.

Es curioso e interesante al mismo tiempo que lo que integra biológica-
mente la sexualidad es siempre un elemento esencial, pero reductivo, de la
conducta humana. Desde este punto de vista, la fórmula sexual apenas ha
progresado a lo largo de la historia de la humanidad. El acto en sí ofrece
una dinámica apoyada en leyes tan elementales como el "principio de repe-
S tición". Quizás el hombre tiene menos variación en las satisfacciones proce-
dentes de lo sexual que en la gastronomía. En lo sexual todo está inventado,
al menos en lo que tiene que ver con la biología. Ya la emperatriz Teodora
encontró algo definitivo cuando resolvió "Satisfacer todos los orificios amo-
rosos del cuerpo humano, completamente y al mismo tiempo". Teodora
fue la primera que habló de ello, pero probablemente ya este descubrimiento
se había hecho mucho antes, a las mismas puertas del Edén. Las perversio-
nes sexuales obedecen a ciertos arquetipos.

Antes ya he aludido a la reiteración de los tipos en la imaginería sexual
clásica y la incaica. Lo que ha aportado el mundo actual es una nueva forma
de penetración de la dinámica de las perversiones en la sexualidad normal,
lo cual no tiene nada de extraño si se acepta, como dice Freud, que el niño
es un "perverso polimorfo". Sade pretendía aumentar el placer sexual su-
mando el éxtasis del acto carnal con el placer de la agresión. Desde el punto
de vista fisiológico tal idea resulta discutible, precisamente porque el sistema
nervioso está organizado de tal manera que reacciona totalmente y no su-
mando matemáticamente las excitaciones. La matemática sexual no cuenta
con una serie indefinida de números, sino que se detiene en un número pre-
ciso, anterior a la centena. Lo que ocurre, además, ya no es fisiología sino la
psicología y, por tanto, traspasa las fronteras de lo imaginario. Las diversas
perversiones sexuales se caracterizan por una reducción del ámbito Sexual.

El objeto Sexual no es sólo sustitutivo, sino limitativo. La reducción alcanza
hasta la anulación de la posibilidad del placer normal. Esta es la frontera
que separa la perversión de las variantes similares y menores que se presen-
tan dentro del ámbito de la Sexualidad normal. La auténtica perversión
tiene un fondo nihilista.

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