sábado, 26 de septiembre de 2009

El auge de las ciencias de la Sexualidad

A finales del siglo XIX varios científicos asumieron la herencia de las me-
jores conquistas cientíûcas en el campo de lo Sexual y dieron a conocer sus
libros, capitales en el futuro, sobre un tema tan debatido y tan ligado a la
vida misma. En 1894, Havelock Ellis publicó su Man and Woman, A Stuajø
of Søcondagø ana' Toroiagz Sexual Charaoters; Lombroso dio a conocer La Donna
Dolinquente, La Prostituta E la Donna Normalo, y Ferrero escribió un ensayo
sobre el "problema de la mujer desde un punto de vista biosociológico".
Havelock Ellis consideró al sexo como el problema central de la vida.

En el capítulo dedicado a las escuelas de sexología tendremos que dedicarle
un amplio espacio aparte, lo mismo que a Weininger ya Freud, que dieron
a la imprenta sus obras fundamentales en los albores del siglo XX.
Sólo nos cabe citar, como colofón de este tema, el cauce por el que dis-
currían las costumbres y las actitudes fundamentales de aquella época, tan
cercana ya a la nuestra.

En un período de condiciones sociales y económicas cambiantes, en el
que los valores intelectuales y morales son sometidos a una profunda criba,
cuando aparece en el mundo una manera distinta de comprender la vida,
las nuevas actitudes y la nueva moral coexisten todavía con los restos de épo-
cas pasadas. Es preciso citar a este respecto la obra de Weininger por lo que
tiene de canto de despedida a las antiguas tradiciones. Weininger elabora
sentando un precedente para las escuelas de hoy, que viven solamente
de cara al pasado- un rudo ataque a la cuestión sexual. Según él, el amor
y el sentimiento sublime no tienen nada que ver con la sexualidad. Así afir-
mará rotundamente que no puede haber nada más bestial y más grosero
que el sexo. El acto sexual es, para él, una degradación de la mujer y, por
consiguiente, una inmoralidad. Weininger no sospecha que su ataquees,
en el fondo, un arma de dos filos y que, en definitiva, no hace otra cosa que
censurar el comportamiento sexual de su tiempo. El acto sexual será_inmoral
si se realiza sobre la base del sometimiento de la mujer, si sólo se la consi-
dera como objeto de placer. Pero esta situación tan notoria no es vista Sufi-
cientemente por Weininger que, al afirmar como verdad incontestable que
la "mujer no 65 en sí misma, sino que depende del hombre", sólo le deja dos
salidas: o la prostitución o la maternidad. Weininger no supo distinguir i
claramente la realidad de la situación de su época que era, en definitiva,
una situación heredada. La mujer no tenía —-—no tiene- que renunciar a su
sexualidad para convertirse "en persona", sino que, por el contrario, es pre-
ciso que desaparezcan las ·condiciones Sociales que hacen de la sexualidad
y de la pasividad la única explicación y función de la mujer en el mundo.

En nuestros días, el desarrollo de las ciencias en general, y en particular
el de la medicina, así como el establecimiento de una nueva filosofía de la
vida que estudiaremos detenidamente en el capítulo dedicado a la ética
sexual, han abierto las puertas al recto uso de la sexualidad, sin discrimina-
ciones y sin atentados contra la personalidad de los individuos, cualquiera
que sea su sexo.

El mejoramiento de los métodos de control de la concepción ha supuesto
indudablemente una garantía de ese respeto humano. La mujer, especial-
mente, se ha visto liberada. Al verse libre de la carga constante de la mater-
nidad, que durante tantos siglos la mantuvo atada a Sus peculiaridades fisio-
lógicas, ha podido elegir y desarrollar una profesión. Por otra parte, la dis-
crimínación entre sexo y procreación ha creado una nueva actitud hacia el
amor.

El comportamiento sexual establecido sobre bases justas de reciproci—
dad es condición indispensable para lograr el nuevo humanismo de que tanto
se habla en nuestros días. El rápido viaje que hemos efectuado por las civi-
lizaciones antiguas y modernas arroja la suficiente luz para que podamos
ver la línea zigzagueante que ha recorrido la humanidad en su lucha por
perfeccionarse, y sirve de ejemplo y de estímulo.

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