miércoles, 9 de septiembre de 2009

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL


Al hablar de la Conducta Sexual de los pueblos primitivos debemos dar
un salto, en el tiempo y en el espacio, que nos trasladará desde una aproxima-
ción a la vida de nuestros primeros antepasados, hasta los hábitos de los
grupos naturales que viven en los lugares apartados de nuestra geografía
actual. Este sistema de aproximación encierra, no obstante, graves peligros
derivados de'un enjuiciamiento presuroso del "inmovilismo" de los pueblos
naturales. Estos han sido visitados con diversa fortuna por numerosos etnó-
logos, algunos de los cuales han pagado con su vida la extraordinaria aven―
tura científica y humana de conocer los hábitos y el comportamiento de
unos grupos de Seres para quienes la historia, tal como nosotros la enten-
demos, no significa nada.

Tendremos que recurrir, pues, al estudio de los pueblos naturales para
obtener una aproximación a la idea de lo que debió de ser la vida sexual
entre los primitivos. En nuestros días se ha podido reconstruir la vida de
los hombres que crearon civilizaciones desaparecidas, e incluso ——como ve-
remos más adelante———―, la de aquellos antepasados cuya existencia Se pierde
en la noche de los tiempos más remotos, gracias a los descubrimientos ar-
queológicos. Un instrumento de trabajo, una sencilla muestra de "arte",
la disposición de una aldea o el descubrimiento de una gruta, son general-
mente los únicos testigos que han logrado sobrevivir al desgaste de milenios,
a la dispersión efectuada por el continuo trasiego de vida humana por los
diversos escenarios de su actividad. La vida palpitante y tangible de los
pueblos naturales forma el documento más elocuente de lo que pudo ser,
« y probablemente fue, la existencia de los primitivos. La expresión "pueblos
i naturales" fue un hallazgo feliz para definir a los grupos humanos que viven
pegados a la naturaleza, en especial dependencia de ella, y que no relacio-
nan, al decir de Adolf Tullmann, los fenómenos con sus causas naturales,
sino que tienden a buscar explicaciones suprasensibles para ellos.

Los pueblos naturales forman sociedades cerradas y Son, en realidad, excepciones
en la historia general de los hombres. Los pueblos "civilizados" —-desde
aquéllos cuya historia presenta una línea zigzagueante que pierde su nitidez
en los tiempos míticos, hasta aquellos otros que se incorporaron a la marcha
de la civilización en tiempos recientes y mensurables cronológicamente—
avanzan en oleada, como "las escamas de un pez", y están sometidos a un
proceso de maduración y de superación de sí mismos; han conseguido un
desarrollo científico y técnico fácilmente historiable proyectado hacia ade-
lante. Disponen de un motor propio y, siendo empujados inexorablemente
por el ritmo de la historia, crean a su vez las condiciones que habrán de
modificarles a ellos mismos. En el campo de la conducta sexual habremos
de observar que su ritmo de avance camina más despacio que el desarrollo
técnico e, incluso, que el cultural. Es decir, que el hombre "civilizado" de
nuestros días, inmerso en una cultura determinada, asume la herencia de
sus antepasados, que condiciona y explica su propia actividad. En un rápido
esbozo de la evolución de los hábitos sexuales descubriremos que muchas
de las actitudes vigentes en la vida de nuestros antepasados culturales se
hallan presentes dentro de nosotros. Ese es nuestro tributo y nuestra lide-
lidad al curso de la historia. También, en los·capítulos siguientes, hablare-
mos de ciertos pensadores que han enjuiciado críticamente nuestro com-
portamiento sexual y han puesto al descubierto una cierta paralización o,
por lo menos, un crecimiento retardado de nuestro comportamiento sexual
en relación con el desarrollo cultural.

Los pueblos naturales que sobreviven en nuestros días adquieren el valor
de un documento inapreciable para descubrir los hábitos de los pueblos
primitivos, por cuanto no disponen de una historia mensurable. Sus ante-
pasados, una oleada de gentes sometidas a un condicionamiento externo
que les impidió trascender fuera de ellos mismos, se mezclan en el tiempo
y no forman la "escama del pez", sino una enmarañada cabellera. Los etnó-
logos que han vivido entre ellos durante espacios de tiempo intermitentes,
no han observado variación alguna en sus hábitos. Los pueblos naturales
no disponen, pues, de memoria y entre sus antepasados pueden figurar a
un mismo nivel tanto sus padres inmediatos como los más remotos. Su com-
portamiento sexual, realizado en los límites estrictos de lo natural, resulta
muy próximo al de los pueblos primitivos.

Es necesario despojarse de cierta parte de la mentalidad "civilizada" o
altamente desarrollada a la hora de intentar comprender el comportamiento
Sexual de ambos tipos de pueblos. Los conceptos de amor y de Sexualidad
a que nosotros estamos habituados no significan nada para los pueblos na-
turales. Sorprende comprobar una y otra vez que muchos científicos han
visto fracasada su tarea porque han partido de una base insegura, o han
utilizado una óptica insuficiente.

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