sábado, 26 de septiembre de 2009

La rebeldía de las mujeres

La situación tuvo que llegar al límite. Las mujeres se rebelaron contra
aquel estado de cosas en las que eran consideradas como un objeto. La re-
belión tuvo que partir de las mujeres de la clase media, ahogadas en el tedio
de la inactividad. Al propio tiempo, las mujeres Se sintieron humilladas por
el hecho de que su sexo era el único medio de lograr la subsistencia. El ma-
trimonio Se vio igualmente atacado, puesto que hasta el momento sólo había
servido para asegurar la manutención de la mujer. Había muchas mujeres
que no habían encontrado la solución de su existencia en el matrimonio
y, por tanto, debían contribuir con su propio esfuerzo a la subvención de
sus necesidades.

La práctica de la lucha feminista surgió, pues, de una necesidad elemental.
Las mujeres exigieron mejor preparación y una participación más activa
en la vida de la sociedad.

Pero la lucha feminista encontró sus peores enemigos en la propia opi-
nión de las mujeres. l\/luchas de ellas se lanzaron a protestar contra la acti-
tud de las mujeres que exigían la igualdad de derechos. Lo cierto es que
a muchas mujeres, encabezadas por la reina Victoria, consideraban que la
lucha feminista les acarrearía los peores males, pues consideraban que no
se podía atacar la primacía del hombre.

En todas partes, como explica acertadamente Viola Klein, las femi-
nistas sólo formaban una pequeña minoría, muy despreciada y ridiculizada.
Su impopularidad fue, en parte, resultado de sus métodos belicosos de agita-
ción-. Considerando que el sexo había sido siempre motivo de enajenación
de la mujer, muchas feministas, vestidas con ropas de hombre, se manifes-
taban abiertamente como seres violentamente asexuados. "La exaltación
sufragista de la mujer -—-explica Viola Klein—— como superpersona racional
más alla de la vulgaridad de los instintos animales, su odio hacia el hombre como
enemigo número uno, su desprecio por su insaciable sensualidad, fueron
los puntos más vulnerables de su teoría."

No obstante, aquella rabiosa rebeldía de las mujeres contra la costum-
bre de que se las considerase como meros animales sexuales, objeto de pla-
cer del hombre, sentó la primera piedra para un escalamiento de la mujer
posiciones auténticamente humanas.

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